Síndrome de Estocolmo
Según los mentideros, el diputado provincial Juan Domingo Zacarías estaría demostrando la teoría de que las victimas terminarían enamorándose de sus victimarios.
Las ironías en los mentideros políticos con respecto a la nueva posición del diputado Zacarías no paran, estos, dejan trascender que el candidato a intendente estaría demostrando la teoría de que las victimas terminan enamorándose de sus victimarios.
Según comentan los mismos, en la interna del año ‘94 una tijera lo deshilachó, y luego en la general, que disputaba con Varisco, lo terminó de destrozar.
Lo ocurrido es que en ese entonces alguien, muy pícaramente, inventó ‘la tijera’. Esta no solo tuvo una gran aceptación sino que además tuvo un efecto explosivo en los ciudadanos, justo cuando Zacarías era el candidato a intendente de Jorge Busti.
Aparentemente, en esa contiendan ‘la tijera’ se instaló en la gente, para cortar boleta, deshilachándolo.
Ya en la general, diezmado, tuvo que enfrentar a Humberto Cayetano Varisco, de la UCR, que acompañaba en la fórmula a Sergio Montiel. En esta elección también ‘la tijera’ hizo estragos: Busti se impuso por el PJ y Varisco por la UCR. Este último le sacó una diferencia de casi 20 mil votos.
Para los mentideros, de aquel momento, lo que ocurrió fue una verdadera carnicería donde la principal protagonista fue ‘la tijera’ y la víctima el candidato del PJ.
Lo que es más, según se comentó, en cada caminata o recorrida proselitista que hacía como candidato a intendente solía aparecer algún vecino con una tijera y este enloquecía.
Llegó un punto en que Zacarías estaba tan obsesionado con ‘la tijera’, y su autor intelectual de ese momento, que habría recurrido, incluso, a manosantas y curanderos para tratar de contrarrestar su efecto.
Pero ahora, y después de la experiencia nefasta que tuvo en aquel tiempo, el candidato a intendente, solicita a los electores que para el 23 de octubre voten Cristina, Urribarri y que, justamente, usen la tijera para votarlo a él (aunque sea para que a su delfín Maier le alcance para llegar a concejal).
Parece que hoy quiere poner en funcionamiento el invento que tanto odiaba, porque primero lo deshilachó y luego lo destrozó.
Con esto deja en claro que el Síndrome de Estocolmo, en el cual la víctima se enamora del victimario, sigue teniendo vigencia.
