¿Alcanza?
Nos indignamos con los barrabravas, exigimos que se pare con la violencia pero cuando los barras y la violencia están instalados en la política, la dirigencia mira para otro lado y guarda un preocupante e impune silencio o lo que es peor, creen que con un “perdón” y “un arrepentimiento” en las redes sociales están exentos de cualquier responsabilidad.
Lo que sucedió este viernes pasado a la nochecita en Gualeguaychú es un escándalo, un bochorno, un hecho de gravísima entidad que empaña fuertemente a toda la dirigencia política entrerriana.
Sin embargo, a pesar de la dimensión, ninguno, absolutamente ninguno de los dirigentes o referentes políticos, en este caso del PRO, han salido a repudiar el vergonzante hecho, ni siquiera a dar explicaciones de lo acontecido.
La imagen del militante de 67 años de edad con la nariz destrozada de un cabezazo, con la camisa toda ensangrentada y con un fuere magullón en el pómulo izquierdo, no solo inquieta, sino que provoca indignación.
Un militante agredido violentamente por un hombre de gran contextura física, fornido, que entrena, indigna a cualquiera sin que importe si el hombre insultó o agredió verbalmente al agresor, mucho menos al senador, como se ha dejado trascender.
El sábado pasado, en una jornada que quedará grabada en la retina de muchos, nos lamentábamos, nos indignábamos, nos daba una extremada vergüenza, como pocas, la imagen de los barrabravas o hinchas de River apedreando el micro de Boca.
Nos conmocionábamos, asimismo, con la imagen de esa madre “millonaria” encintándole varias bengalas en el cuerpo de su hijo antes de ingresar al estadio.
Todo era vergüenza e indignación y, por supuesto, las consecuentes exigencias de dar con los responsables de la seguridad y luego el tan aclamado por todos pedido de justicia.
Sin embargo, al menos para la dirigencia del PRO, el grave hecho de violencia física ocurrida por un funcionario contra el militante pasó inadvertido, no ocurrió o, lo que es peor, no les importó.
En la mañana de este lunes este Portal intentó comunicarse con el senador Nicolás Mattiauda, protagonista del serio hecho, con quien el agredido se cruzó verbalmente previo a ser salvajemente golpeado por Sebastián Castaño, pero fue en vano.
Tampoco quisieron hablar el presidente provincial del PRO, el intendente Gustavo Hein, o el diputado provincial, referente del sello fundado por Macri, Esteban Vitor.
Ninguno de ellos quiso, al menos, dar explicaciones sobre la violencia, mucho menos expresar su repudio, eligiendo, todos ellos, un preocupante e impune silencio, seguramente, intentando que todo pase al olvido.
Tampoco la fiscal a cargo del caso atendió el teléfono cuando se intentó desde este Portal obtener información acerca del avance de la causa.
El senador Nicolás Mattiauda, responsable en cuanto jefe del accionar de su secretario, debería haber sido el primero en preocuparse, en primer lugar, por el estado de salud del agredido, y posteriormente, porque el responsable material de la agresión reciba las sanciones correspondientes.
A pesar de eso, y de que siempre respondió cuando este medio intentó comunicarse con él, en esta oportunidad, el senador no se ha expresado al respecto.
Como otra muestra más de impunidad, luego de que este Portal publicara sobre el recelo y mutismo del PRO, salió a hablar el agresor.
«Quisiera expresar de manera pública, mi más profundo arrepentimiento respecto del hecho ocurrido el día viernes próximo pasado», manifestó Castaño hace escasas horas en una publicación en las redes sociales.
“Me apena el hecho de haber reaccionado, y es por ello que pido sinceras disculpas al señor Armando Piatti y su familia», expresó Castaño.
«En este mismo sentido, también hago extensivas las disculpas a los integrantes del grupo político al que pertenezco y a mi familia, la que sufre a mi lado», manifestó el secretario de Mattiauda.
Manifestaciones a destiempo, extemporáneas, propinadas luego de que se dejara en evidencia que ningún dirigente había salido a rechazar la violencia y a solidarizarse con Piatti, que indignan aún más y avergüenzan, máxime cuando Castaño tiene el tupé de decir “se lo utilizó para fines políticos y personales».
¿Alcanzan hoy las disculpas? Indudablemente no. No después de haber visto cómo Castaño le dejó la cara a Piatti, no cuando nos indignamos y nos avergonzamos, como lo hicimos, con los barrabravas y exigimos que se pare con la violencia, también lo tienen que hacer los representantes del pueblo.
Un pedido de disculpas y una manifestación de arrepentimiento que probablemente contenga un fin de beneficio personal, no alcanzan.
La que tiene que actuar en este hecho de Gualeguaychú, como en cualquier hecho de violencia, es la Justicia y garantizarle a los ciudadanos que el responsable o los responsables serán sancionados con todo el peso de la ley. Con eso, ni más ni menos, alcanza.
En cuanto a la violencia que tanta conmoción nos genera ¿qué diferencia existe entre la apedreada al micro de Boca, que lesionó a varios de sus jugadores por parte de los barras y un cabezazo en la cara a un militante de 67 años por parte de un hombre robusto y con 20 años menos?
En ambos casos, el estado de indefensión es manifiesto, todos repudiamos y pedimos las cabezas de los responsables, sin embargo cuando los barras y la violencia están instalados en la política, la dirigencia mira para otro lado, guardando un preocupante e impune silencio o lo que es peor, creyendo que con un “perdón” y “un arrepentimiento”, alcanza, eximiéndose así de responder.
