Las modificaciones de listas, las bajadas y subidas de candidaturas están generando remesones, más por el lado del oficialismo (PJ) que en el del sector Solanas- Cresto, en el cual hasta ahora las únicas bajas oficiales son las candidaturas a Intendente de Jorge Gonzáles y Guillermo Van Opstal, quienes rápidamente acomodaron el cuerpo y dejaron a la vista que, por ahora, todo se tranquilizó- En cambio en la UCR hubo amagues, pero mediante escribanía y unos buenos mangos calmaron las aguas.
En el oficialismo es donde más se siente, y esto se debe a lo ocurrido con la candidatura de Juan Domingo Zacarías, a lo que se sumo luego el enroque con Santiago Gaitán. Y más aún: lo de Héctor Alanís, que al principio no podía ser y ahora si.
Las peleas continúan por el número oficial en las candidaturas a intendencias, claro, esto significa aparato, y sigue siendo la lista oficial. La lista de Diputados, los problemas en el armado de listas, las ubicaciones, lo de Jorge Kertz, dejan un panorama convulsionado; más allá que el Gobernador sostenga que de los líos: “la gente en unos días se olvida y a otra cosa”. Pero no todos reaccionan de la misma manera, como en el caso Eduardo Laurito, quien está de vice en la fórmula de Urribarri y es considerado como “la monjita de lista”.
Según allegados muy cercanos, Laurito estaría escondido y muy deprimido, porque no comprende lo que está ocurriendo, todas estas designaciones cuestionadas, todos estos enroques, cruces, renuncias, etc.
Mientras, Guastavino y Bahilo aspiraban a que el uno-dos en el Gobierno se reflejara en las conformación de las listas – uno de Busti, uno de ellos- y no se dio. Por ejemplo, lo que ocurrió con su delfín Betendorf en la lista de Diputados, algunos dicen que por una vendetta lo mandaron al 11º lugar detrás de quienes fueron confesos menemistas en su momento, como el caso de Allende, Jourdan, Vázquez, Aidar, etc. Sin embargo, ante el amague del Vicegobernador y el Diputado de usar las tijeras en Gualeguaychú, les cedieron la Presidencia del Bloque a Bahilo, para de esta manera apaciguar las aguas y calmar un poco los ánimos. Aguas que hasta hoy vienen turbulentas, aunque hay quienes mascullan: “en siete días se olvidan”.
Lo que no va a amansar tan fácilmente es la reacción por el tema de las pasteras, donde el Gobierno se ve obligado a ponerse en la vereda de enfrente de la gente de Gualeguaychú y Colón, justo en medio de una elección.
En definitiva, como dijera un filosofo: “cuando no se puede corregir algo, lo mejor es saberlo sufrir”.
Ricardo David
