El Convencional del PJ por Victoria, el Diputado Juan Carlos Almada, quien además es Secretario de la Federación de Empleados Municipales, presentó un proyecto para que se incluya en la Constitución una ley que equipare los sueldos básicos de los empleados municipales de la Provincia.
Con esto, un empleado de la comuna paranaense que cuenta con un presupuesto de $100.000.000, estaría cobrando el mismo sueldo que el de una localidad cuyo presupuesto no supera los $150.000.
Para poner un ejemplo, un trabajador categoría 23 de la capital provincial tiene un sueldo básico de $1.300, monto al cual se suma la antigüedad, el salario y otros agregados, con todo lo cual puede llegar a un total de $4.000 mensuales. Ahora, si consideramos el salario básico de un empleado de un municipio chico, vemos que este tiene $200 de básico, además de que nos encontramos con que cada en cada una de estas comunas existen, por lo menos, cinco o seis empleados con categoría 23.
En caso de aprobarse el proyecto de Juan Carlos Almada, una localidad con un presupuesto de $150.000 debería destinar $25.000 sólo para el sueldo de cinco de sus empleados categoría 23. Situación imposible de afrontar para cualquier Intendente de una ciudad chica, ya que sólo Municipios como el de Paraná o Concordia podrían afrontar un gasto como así.
Ante este panorama, los Intendentes verían complicada su gobernabilidad y seguramente se vendrán en malón a la Gobernación, a las oficinas de Urribarri, para que la Provincia los abastezca y les permita hacer frente a tamaña erogación.
Un Sergio Urribarri que ante esta situación, deberá doblegar y mucho para poder mantener a sus aliados: los Intendentes.
Ya es por todo conocido que el proyecto de Sigrid Kunath que le permitiría acceder a la reelección a Urribarri, proyecto que apunta directamente al apoyo de los Presidentes Municipales. Y la prueba está en las reuniones de gabinete que en lugar de hacerse en Casa de Gobierno, se realizan en las distintas localidades entrerrianas.
Una ley que de confirmarse, estaría poniendo en jaque a los principales puntales políticos de Sergio Urribarri.
Por más que se niegue, viene nomás. En definitiva, como dijera un filósofo: no existe nada potencialmente más sucio que una guerra escondida.