Respuesta.
«La ciudad se planifica desde la política», expresó Halle.
Sres. Directivos del Colegio de Arquitectos
de la Ciudad de Paraná.
La ciudad se planifica desde las políticas
Contestando la nota del Colegio de Arquitectos, veré de explicar –brevemente- los criterios de gestión, que, si somos personas de bien y actuamos con honestidad intelectual, sabremos compartir. Disintiendo, en ocasiones, acordando, en otras, pero nunca precipitando los acontecimientos –como el que nos convoca- de la designación de un funcionario político, en una insólita pretensión de incumbencias profesionales.
1) Es cierto que el conocimiento técnico, científico o académico, venido a las políticas públicas debe ser no solo reconocido, sino respetado y aplicado. De ello hemos dado cuenta en las más diversas funciones que nos ha tocado cumplir, tanto quien escribe y contesta, como su equipo de gobierno. Por ello, respetuosamente, habré de disentir con toda firmeza con aquello que sostienen los directivos del Colegio de Arquitectos de la ciudad, cuestionando la designación de la Dra. Rosario Romero –hasta el viernes 12 de marzo Secretaria de Gobierno- en la Secretaría de Planificación e Infraestructura de la Municipalidad.
La Dra. Romero es una dirigente política de vasta trayectoria en el ámbito municipal, provincial y nacional; claro, no reúne un requisito que a criterio de los arquitectos resulta esencial para el cargo: ser arquitecta.
No considero en modo alguno que la designación de una profesional de la abogacía en la conducción política de la Secretaría de Planificación, vaya a restar eficiencia, eficacia o beneficios al área de la que se trata.
Ello así, porque –básicamente- la planificación desde la función pública estatal municipal, no es de ninguna de las profesiones en particular, sino, en principio, de la ciudadanía toda, que a través de sus organizaciones y a través de los profesionales de cada área que hacen su aporte. Ejecutan lo suyo, cada uno.
2) Además -y como punto vital lo esbozo- en lo concerniente a legitimación de la representación en un estado de derecho, los cargos políticos en la democracia son esencialmente eso: políticos. Como lo es, claramente, la crítica que realizan los representantes del Colegio de Arquitectos en su nota que se ha hecho pública en distintos medios de prensa.
Ahora bien, exigir que los cargos de conducción de determinadas áreas del estado se encuentren en determinadas facciones en las que se divide el conocimiento humano no es –recuerdo- un reclamo novedoso ni original. Ya las logias de constructores pre masónicas guardaba para sí el monopolio del saber constructor. Más modernamente los partidarios del fascismo y sus prácticos, el partido fascista italiano, reunió un congreso integrado por profesiones. Los resultados de la fórmula son por todos padecidas y por todos nosotros conocidas.
Resulta más que evidente que para conducir el arduo proceso de desarrollo urbano y la compleja ejecución cotidiana de su infraestructura, no se requiere ser arquitecto; como tampoco se requiere ser militar para ser ministra de Defensa de la Nación, policía para conducir la Policía Bonaerense, ni ningún otro título como es el caso del Presidente de la República Federativa del Brasil, cuyo único título obtenido en su larga carrera política es el de Presidente de la República.
3) Por tal razón resulta -por lo menos- llamativa la inquietud del Colegio del Arquitectos, toda vez que estamos llenos de ejemplos de políticos de las más diversas profesiones llevando a cabo funciones en el estado democrático.
Hace muy pocos años, un Contador estuvo a cargo de la Secretaría de Obras y Servicios públicos de la Provincia; durante la gestión municipal del Contador Mario Moine, el Arquitecto Walter Grand fue Secretario de Gobierno; en las gestiones provinciales podemos citar además innumerables ejemplos de Contadores y Abogados a cargo del Ministerio de Salud, Licenciada en Trabajo Social como Directora de un Hospital, profesionales diversos o sencillamente dirigentes políticos, en áreas que tanto preocupa a los directivos del Colegio de Arquitectos: IAPV, Obras Públicas o Unidades Ejecutoras Provinciales de obras públicas, por mencionar sólo algunos casos en que el desempeño no resultó objetado por ningún colegio profesional. Mucho menos –destaco- por el actual Colegio de Arquitectos.
Hace muy poco tiempo los entrerrianos logramos la reforma de nuestra Constitución provincial. En otros términos, elaboramos, colectivamente, nuestra carta magna, la máxima ley de la provincia de la cuál emanan las normas inferiores y toda la organización institucional estatal provincial y municipal. De normas jurídicas estamos hablando. Si prosperara el peregrino criterio esbozado por los Sres. Directivos del Colegio de Arquitectos, el desarrollo normativo aludido tendría que haber sido exclusivo y excluyente de “abogados”. Nada más disparatado y absurdo, cuando no antidemocrático.
4) La primera década del siglo de las comunicaciones, nos encuentra a los paranaenses con una ciudad que lejos de gozar de los beneficios de la planificación, ha crecido y se ha desarrollado a tientas y sobre todo sin conducción política. Un desarrollo territorial desordenado que como impronta dramática ha producido una ciudad de espaldas al río; una red de agua tan desplanificada como el desarrollo territorial tuerto que hemos tenido; una miopía política que nos condujo a tapar y seguir tapando la basura en un basural a cielo abierto; y así podríamos seguir enumerando. Son todos problemas sobre los que, seguramente, vamos a coincidir no sólo los arquitectos sino todos los paranaenses de buena fe.
No son los arquitectos, ni los veterinarios, ni los oftalmólogos lo que nos permitan formular y compartir visiones estratégicas sobre el perfil de ciudad deseada, como acertadamente afirman los arquitectos críticos en su nota, sino la actividad política y sus herramientas – el diálogo, el intercambio de ideas, el debate – los que permitirán concretar la aspiración de la ciudadanía toda.
5) Un párrafo aparte merece, a mi criterio, aquello que los que actuamos en política, en sentido amplio, denominamos decoro.
La crítica política en la nota remitida a esta intendencia y que tuvo repercusión pública por parte del Colegio de Arquitectos de la ciudad, está suscripta por su presidente el Arq. Gastón Grand.
He aquí que el Arq. Grand fue, sólo hace dos años, Secretario de Planificación de la Municipalidad de Paraná. No lo fue en la década pasada, ni participó como un mero asesor técnico. No. Fue un funcionario político y en tal carácter direccionó, planificó, y ejecutó las políticas del área en la ciudad. Bregó, en tal carácter, en la contienda democrática, en el debate ciudadano, fue a elecciones y perdió quien lideraba su grupo político y de gestión. Así funcionan las cosas en democracia.
Hoy, pasado sólo dos años, no puede –como si nadie ni nada hubiere pasado- pontificar de “planificación” urbana estatal desde su carácter de Presidente del Colegio de Arquitectos. Es probable -sólo eso- que sus genuinos representados le hubieren solicitado la intervención que nos ocupa. El decoro, por su actuación precedente, aconsejaba su excusación en el trámite.
6) Finalmente, expreso que por mi formación y trayectoria política, nunca he sido un negador del conocimiento. Todo lo contrario. Por ello, cabalmente, no tengo dudas de que una buena conducción, asociada a un equipo técnico y profesional competente, resultan los requisitos básicos para el área de planificación e infraestructura municipal. Estamos en el compromiso de brindar a los paranaenses una ciudad más justa y equitativa, pensada generosamente.
Toda práctica política requiere fundamentalmente de la direccionalidad programática para lo que hemos trabajado suficientemente. Es menester poner en territorio las buenas ideas, en forma permanente, por lo cual convoco a los Colegios profesionales en general, a qu
