Medios de Concordia duros con el ex gobernador.
Durísima editorial en la que sostienen que muchos ex gobernadores, en lugar de buscar un ascenso ya ganado, busquen otro mandato más.
En 1983 comenzaba el período democrático más largo de la historia de nuestro país. Montiel era el gobernador electo en Entre Ríos y Jorge Pedro Busti el intendente de la ciudad de Concordia. Estos nombres transitaron interrumpidamente en la historia del siglo pasado y el actual en la conducción de la historia provincial.
En 1983, Montiel en la gobernación y Busti en la intendencia brillaron por las mieles de los nuevos aires de democracia y libertad. Pero, pronto, no dudaron en dejar sentada su huella y sus deseos de perpetuarse en el poder. Así se sucedieron distintas gobernaciones. Y, así, muchos nos dimos cuenta que uno no podía vivir sin el otro. Sin el contraste, no hubiera habido campaña política evidente. Más allá, de los acuerdos o estrategias de superestructura en el poder (cosa de la que los dos entienden demasiado), la política entrerriana se fue en un vaiven que culminó con las peores miserias humanas.
En la UCR, Montiel todavía quiere digitar sus pasos. Fue él quien le ganó por fuera y le impuso su impronta que muchos no pueden o no se animan a romper por acción u omisión.
Pero en el Partido Justicialista fue distinto. La pelea con el paranaense Moine la ganó Busti y de allí marcó la impronta del partido. Luego vino su “carisma natural” o la imbecilidad del radicalismo, o ambas cosas para que sobreviniera de gobernador nuevamente. Si hay algo que siempre Busti no rompió fue su alineación estratégica y no política con los gobiernos nacionales. En 1995, detestaba para adentro las privatizaciones pero las festejaba en su fuero íntimo y a nivel nacional “para quedar siempre bien”. Mientras tanto se hacía nombrar como montonero en “La Voluntad” de Martín Caparrós para la “gilada” nacional y simultáneamente tenía nombrado como asesor y mano derecha a Escuderi, que se hizo famoso por estar nombrado y haber participado en las Listas del Batallón 601 de la época de la represión como así también el Dr. Fernando Di Pasquo que ocupó gracias a él cargos de funcionario y en la justicia provincial.
Más allá de estas dicotomías insalvables, el caudillo siguió sumando votos en la provincia y de a poco también varios funcionarios de su gestión como varios de la de Montiel quedaron manchados por las condenas o sospechas judiciales de corrupción.
Cuando Néstor Kirchner asume la presidencia de la Nación, la situación de la provincia era escandalosa. Como siempre, Montiel y Busti se abrazaron al poder de turno para lograr réditos de la nación y adjudicárselos como propios.
Hoy, como están dadas las cosas, ni Montiel ni Busti tienen un caos para arreglar. El contrincante del tres veces gobernador es alguien puesto por él que supo maniobrar en todo momento la política nacional y provincial como él lo supo hacer y no resolver con su último período como gobernador.
Que hayan aprendido del maestro halaga en los verdaderos maestros, pero no en los caudillos feudales, a quienes no interesa el futuro de los que están en sus manos sino su perpetuidad en el bronce. Sobre todo cuando han sido llamados a ocupar espacios de poder poco accesibles para el común de la gente y que han rechazado en pos del bronce provincial.
Esta provincia se merece mucho y sobre todo buenos, probos e idóneos dirigentes. Que muchos ex gobernadores, en lugar de buscar un ascenso nacional ya ganado, busquen otro mandato más, no será mucho?
EL HERALDO
