¡Grande Roberto!
El ex funcionario y actual empresario cortó el reclamo de su par playero con un fuerte ofrecimiento.
Días atrás trascendió la intención del municipio de cambiar el sentido de circulación de algunas calles muy importantes de Paraná. Para discutir acerca de ese tema se reunieron empresarios, comerciantes, representantes de los prestadores de transporte público y funcionarios de la municipalidad y algunos se mostraron más molestos que otros por la decisión.
Según comentan los mentideros que estuvieron presentes, uno de los que manifestó más enojo fue el propietario de la playa de estacionamiento ubicada en 25 de Mayo y 9 de Julio, a quien perjudicaría el cambio de mano en la calle que va hacia el centro.
Se trata del dueño de la playa de estacionamiento que en su ingreso por 9 de Julio tiene un cartel que informa que “hay lugar”, a lo que su competidor del otro lado de la calle responde avisando que “acá también”.
El hombre defendía su postura de no cambiar el sentido en 25 de Mayo con los más variados argumentos y Sostenía que la gente estaciona cuando llega al centro y no cuando se va y que la modificación beneficiaría a las playas de estacionamiento que se encuentran en calle Gualeguaychú y a las que, afirmaba, seguramente se instalarán allí a raíz de esta situación.
Los mentideros dicen que el empresario alzaba cada vez más la voz, hasta que Roberto Albisu, que ya tuvo experiencia como funcionario municipal en la década del ’90, le dijo “si tanto te jode, yo te compro la playa de estacionamiento”, con lo que dejó boquiabiertos a todos y cortó en seco el reclamo de su par playero con un “¿cuánto querés?”.
La situación pone en evidencia el gran negocio que son en la ciudad las playas de estacionamiento. Se trata de espacios totalmente desregulados en cuanto a los precios que se fijan para dejar los vehículos allí.
La rentabilidad de esta actividad queda clara en el crecimiento que tuvo justamente la playa ubicada en la esquina de 25 de Mayo y 9 de Julio, que comenzó con un pequeño espacio y fue ampliando su superficie comprando las propiedades linderas, incluido todo un edificio de departamentos.
Además, para aumentar los ingresos, estos empresarios llenan las paredes del interior de sus playas con carteles publicitarios de los más variados rubros.
En una ciudad en la que el parque automotor ha crecido significativamente en los últimos años, encontrar un lugar para estacionar en el centro comercial y cívico resulta muy difícil y se produce el abuso de los propietarios de las playas.
Estos empresarios gozan de la falta de reglamentación y además pelean fuertemente con el municipio ante medidas como esta, o las que tienen que ver con el estacionamiento medido, los tarjeteros y los lugares habilitados para aparcar en la vía pública.
Esta es una problemática que afecta a muchos vecinos de la ciudad y provoca quejas debido a los excesivos precios con los que se encuentran cuando dejan el auto un par de horas en una playa, que en ocasiones superan incluso lo que sale el hospedaje en un hotel.
Mientras el municipio busca una solución para hacer frente al problema del caos que resulta el tránsito vehicular en el centro, debe además enfrentar las trabas que encuentra de parte de un poder económico que crece gracias a una falta de regulación histórica.
