Amaya fue testigo y le dijo: “¡Orlando, cómo vas a hacer eso!”
La oficina hoy amaneció cerrada; del tema se ocupa el fiscal municipal, Francisco Avero, quien ya se habría comunicado con las partes.
La oficina del Director de Habilitaciones de la Municipalidad de Paraná, Orlando Gómez permanece cerrada desde este lunes.
El funcionario que fue acusado de haberle dado un golpe de puño a una mujer, ya fue se parado de su cargo como era de esperarse. A Varisco, en su carácter de presidente municipal, debe hacerse cargo de todas las situaciones por las que atraviesa el municipio, pero más que nada cuando se dan este tipo de situaciones.
Ante este episodio no le quedaba otra opción que ponerse firme, por primera vez, y actuar de la manera que corresponde, además de la gravedad que reviste la situación y separarlo del puesto que ocupaba.
Más que nada en un momento en el que la consigna Ni Una Menos se ha convertido en uno de los principales ejes de lucha, por el que ya no sólo bregan mujeres. Evidentemente Gómez no tiene idea de lo que ese reclamo significa para muchas personas que sufren la violencia de género.
El próximo paso que daría Varisco sería el de pedirle la renuncia definitiva a Gómez ya que una suspensión no repara el daño, no sólo físico sino moral que sufrió la mujer que fue supuestamente agredida.
El hecho
Nilda Albornoz, la mujer agredida, estaba reclamándole a la esposa de Gómez, conocida como “Nequi” Alamda, sobre el traslado a otra repartición de la municipalidad de su hija, al momento del hecho.
“Yo le seguí exigiendo una respuesta y ella ya directamente no me contestaba. En un momento ella levantó el teléfono celular y lo llamó al marido, le dijo Orlando, vení que hay una persona en mi oficina que no me deja trabajar y justo cuando ella termina de comunicarse llega el señor Amaya” relata Albornoz.
“En un momento de la discusión se abre la puerta y apenas puedo girar la cabeza para mirar, el que entró me pegó una trompada. Yo estaba con el termo y el mate y con el golpe levanté las manos y caí para atrás. Don Amaya me alcanzó a sostener, porque de lo contrario me desparramaba en el piso y ahí nomás me saca para afuera, mientras le recriminaba a Gómez diciéndole “¡Orlando, como vas a hacer eso!”.
