Que te ganen en el centro duele, que te apabullen en los barrios, humilla.

El PJ perdió las calles

El justicialismo perdió en los barrios de la capital provincial que fueron históricamente peronistas, más allá de ser una lista nueva.

Los resultados de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias en Paraná fueron contundentes para el PJ: salvo en un par de seccionales, la victoria fue de Cambiemos, y en algunos lugares con una diferencia apabullante.

Perder en el centro, en las seccionales 1, 2, 3 y 4, duele, pero está dentro de los cálculos y pronósticos del PJ, ya que ese sector de la capital provincial tiende a ser esquivo para el justicialismo.

A pesar de que el radicalismo siempre ha tenido en el centro de la ciudad uno de sus puntos más fuertes, el dolor es mucho más profundo para el peronismo por la paliza que recibió en esta oportunidad.

De todos modos, más duro aún golpea que el PJ haya sido derrotado en barrios más periféricos de la ciudad, en aquellos en los que históricamente el triunfo estaba cantado.

El resultado repitió el del ballotage de 2015, y ya no llama la atención que el justicialismo no solo no haya logrado la victoria, sino que haya perdido por una diferencia que se hace irremontable pensando en octubre.

Más allá de la oleada nacional, este domingo se vio reflejada en las urnas la falta de contención por parte del partido a los sectores más vulnerables de la capital provincial, en donde el resultado fue favorable a Cambiemos al igual que en la elección pasada.

En las seccionales históricamente peronistas como la octava, la 12 y la 13, de donde surgieron intendentes, ministros, vicegobernadores, concejales e importantes cuadros políticos, el PJ nuevamente perdió.

Las diferencias fueron abultadas a favor del frente que representa al oficialismo nacional, en varias seccionales, como en la 8ª, la 12 y 13, lugares en los que la lista encabezada por Benedetti obtuvo casi el doble de votos que la del gobernador.

Seccionales que en varias oportunidades sellaron el triunfo electoral en la ciudad para el PJ y aportaron para que el justicialismo conquistara la provincia hoy están vapuleadas.

La lista llamada “oficial”, con Juan José Bahillo y Mayda Cresto a la cabeza, era promovida por el gobernador y presidente del partido Gustavo Bordet, quien se apoyó en la estructura del gobierno provincial para encarar la campaña.

Sin embargo, a pesar de contar con el aparato del Estado a su favor, la lista 2 sufrió las consecuencias de funcionarios y dirigentes aburguesados y enquistados en sus sillones, que se olvidaron de las calles y se dedicaron a “militar” en las redes sociales, compartiendo videos como si cada hashtag fuera un discurso y cada “like” un voto.

Para encarar la campaña, el oficialismo provincial contrató analistas, estrategas y consultores de Buenos Aires, que aplicaron la fórmula que le permitió al PRO instalar el “sí se puede” en las redes, pero que para la causa del justicialismo terminaron siendo solamente optimistas de escritorio.

No solo fracasó la estrategia de campaña, sino que ya antes de que se presentaran las listas no faltaron las muestras de desprecio y ninguneo desde el oficialismo hacia el resto de las nóminas del Partido Justicialista.

Además, los enfrentamientos internos entre los precandidatos de la Lista 2 también tuvieron eco en los actos de campaña, y si un grupo político organizaba un encuentro los otros sectores no asistían y ni siquiera eran invitados.

Más allá de eso, las encuestas intencionadas les decían a los peronistas encolumnados tras la Lista 2 que todo iba bien, por lo que muchos pensaban que ganaban. El menos optimista, quizás, a lo sumo suponía que la elección sería muy pareja.

A pesar de que en el oficialismo provincial se engañaron y se convencieron de que estaban bien, en los últimos días previos a las elecciones, la publicación en este medio de una tendencia que ya vaticinaba la derrota del PJ causó un fuerte cimbronazo y comenzaron a prever un fracaso.

Se perfilaba y se vio reflejado en los resultados de estas PASO que la gente necesitaba contención de parte de los funcionarios que en lugar de caminar los barrios se dedicaron a hacer campañas por las redes sociales por un lado y a hacer negocios por otro, algo que tuvo un impacto nefasto para el PJ en esta elección.

Quien caminaba las calles, algo que no hicieron los funcionarios provinciales, podía palpar la disconformidad de los vecinos de los barrios y se intuía que la realidad del justicialismo no era la que se convencían de ver y que podrían recibir un duro golpe en esta elección.

Ayudado por una lista más fría que un helado de Bahillo y que Bordet definió como “nueva”, el mensaje que recibió el justicialismo con la victoria de Cambiemos fue claro: o cambia el peronismo o los cambian a ellos.

Indudablemente, al igual que en 2015, la gente expresó que necesita un cambio, que quieren terminar con los funcionarios que gobiernan de espaldas al pueblo y que solo aparecen cuando hay elecciones.

El PJ puede achicar la apabullante ventaja que obtuvo Cambiemos pero le será difícil torcer el rumbo y apuntar a una victoria en octubre, mucho más aún con el exitismo del electorado entrerriano.

Incluso en la capital del peronismo, Concordia, y con una candidata de una familia tradicional de esa ciudad, el PJ sufrió una dolorosa derrota.

Si quiere guardar chances para 2019, que será una elección totalmente distinta en la que la gente valorará otras cosas por lo que puede tener esperanzas, el peronismo debe cambiar la forma de hacer política y deberá estar más presente y con más contención en los sectores más vulnerables de la sociedad.

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