Tras los graves incidentes en River
“No supe dónde meterme, ni cómo explicarle a Fer que me había equivocado, que nosotros somos de River y que no nos gusta Boca pero que no nos da asco, que no es chistoso insultar, denigrar, y mucho menos agredir y tirar piedras”.
Mercedes Aguilar es una joven paranaense, fanática de River. El último fin de semana, como miles de personas más, fue con su entrada al estadio Monumental, con el objeto de presenciar la Superfinal de la Copa Libertadores entre su equipo y Boca Juniors.
Sin embargo, lo que estaba pensado para ser una fiesta terminó en escándalo: el micro del Xeneize apedreado, jugadores lesionados, corridas y el encuentro suspendido para el domingo y finalmente postergado.
Al margen del bochorno, Mercedes volvió a Paraná y escribió un profundo descargo en las redes sociales, donde no solo analizó lo sucedido, sino que además, con una mirada introspectiva, revisó actitudes propias.
Su publicación se hizo viral.
“Ayer, después de un viaje largo, de dos días de nervios y tensión, de incertidumbre, de emociones encontradas, llegué a mi casa, a la tranquilidad y la seguridad de mi familia y Fernando, al escuchar el tema del que se hablaba, cada vez que salía la palabra clave, largaba la frase que, en broma, le enseñamos sus papás: “qué asco Boca”, a las carcajadas y haciendo morisquetas para que todos nos riéramos, como siempre”.
“El sábado 24, el día en el que otra vez la violencia nos hizo acordarnos de lo mal que estamos los argentinos, Fernando cumplió dos años y nueve meses. El domingo 25, sentí vergüenza. Después de todo lo que había pasado, cuando lo escuché decir eso que yo le enseñé a decir como avivada y que tantas veces le festejé con risas y aplausos, sentí vergüenza de mí misma, la misma que sentía por esos 10 inadaptados y por este país el sábado cuando veía incrédula las imágenes de la barbarie en la tele”.
“No supe dónde meterme, ni cómo explicarle a Fer que me había equivocado, que nosotros somos de River y que no nos gusta Boca pero que no nos da asco, que no es chistoso insultar, denigrar, y mucho menos agredir y tirar piedras”.
“Ahora no sé cómo decirle que no preferimos esos colores, pero que los respetamos. Cómo nos van a dar asco si tenemos un montón de amigos que hinchan por esos colores que nos quieren mucho y a los que queremos mucho, si entre las personas que se ponen esa camiseta hay gente como yo, que quieren un país mejor”.
“Será que es más fácil odiar al otro que amarse uno mismo, será que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio y por eso aprendió antes a decir “qué asco Boca” que “Vamos River”.
“Igual eso no es lo mismo que tirarle una piedra a un colectivo, o pegarle bengalas en el cuerpo a un hijo, no es lo mismo una cargada, una chicana, que una agresión”.
“Teníamos una oportunidad única para mostrarle al mundo y a nosotros mismos que todos juntos, con respeto, podemos hacer grandes cosas, podemos armar una fiesta y que todo quede adentro de una cancha. Así lo hicimos las más de 60 mil personas que, a pesar de la incertidumbre y el calor, nos portamos bien en las tribunas y en los alrededores del estadio, que alentamos a nuestro equipo donde sea y como podemos pero con alegría y con buena fe”.
“Pero otra vez, la violencia y los intereses económicos le ganaron a la ilusión de los que seguimos creyendo, ingenuos, que el fútbol son solo 11 contra 11 atrás de una pelota”.
“Ojala cada uno se hiciera cargo de lo que le corresponde por lo que pasó el sábado, el domingo, y por lo que viene pasando en el fútbol, en el deporte, en la política y en el poder en la Argentina desde siempre”.
“Que los responsables, por acción u omisión, paguen y después vemos qué hacemos con la copa. Sino, la van a tener que guardar en el mismo lugar en el que yo tengo que guardar esta foto, que me saqué tan feliz el sábado cuando todavía todo era alegría. Gracias por leer, y a partir de ahora, intentaré que Fernando simplemente diga “Vamos River”.
