Historia para armar: Capítulo Cuarto

El emisario torcía el cuello y forzaba la vista con los anteojos puestos por arriba del hombro de nuestro héroe para ver si figuraba en los manuscritos, pero no pudo observar nada, porque éste al advertir tamaña curiosidad dio vuelta todas las hojas arriba de la mesa, dando por terminada la reunión.

Gran Jefe quedó muy preocupado cuando escuchó el relato.

Después que se fue el emisario el escriba quedó con la sensación de que estaba “regalado”, que se había ido de boca.

Entonces fue a la casa de una persona de su extrema confianza con copias digitalizadas y le dijo que se encargue de custodiar celosamente el pendrive, “éstas son las llaves de mi libertad”, le espetó. “Ahora están en tus manos”.

También le habría manifestado: “si me pasa algo, porque nadie tiene la vida comprada, no es justo que esta historia quede en el tintero del olvido, en las sombras del ocultamiento, por favor, haz que vea la luz”.

El personaje se lo estaba comiendo.

2 comentarios

Rubito 14 abril, 2022 at 8:58 pm

HIUJUUUU HIUJUUU. VAMOS . ADENTRO OTROSSS ???

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TERESA 16 abril, 2022 at 10:44 am

¡ES BUENO VIVIR DE CARA A LA LUZ, A LA HONESTIDAD Y A LA CLARIDAD DE LOS VALORES…

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