Volverán a verse el miércoles tras seis meses; allí hablará de su “inocencia”, pero evitaría mencionar su “proscripción”; el máximo tribunal aún no fue invitado; el kirchnerismo no movilizaría a la militancia al Congreso
Alberto Fernández se aprestaba ayer, en la tranquilidad de la Residencia oficial de Olivos, a delinear lo que será su último discurso ante la Asamblea Legislativa como presidente, al menos por este primer mandato. Después de haber recibido días atrás material con datos de los ministerios, de manos de Julio Vitobello, secretario general de la presidencia y hombre de su extrema confianza, Fernández habló en el transcurso de la semana con varios de sus colaboradores sobre el tema, para terminar dándole forma al contenido en soledad.
“Como hace siempre”, dijo un estrecho colaborador suyo a La Nación. La costumbre de Fernández de redactarlo sobre el final hizo que sus más cercanos le recuerden que el día previo a su presentación en el Congreso, estará de viaje en La Pampa, por lo que sus márgenes son más reducidos.
Sin embargo no todo pasará por sus palabras ese día. La mayor parte de la expectativa está puesta en lo que será su reencuentro con Cristina Kirchner, después de seis meses, y en la asistencia o no de los cuatro jueces de la Corte Suprema de Justicia, a quienes el Gobierno embistió con un pedido de juicio político.
Las 11 de la mañana del miércoles marcarán el inicio de la sesión en la que Fernández rendirá cuentas de su gestión ante el Parlamento en pleno, pero se descuenta que a la par de eso el mandatario hará hincapié no solo en un repaso de gestión sino también en lo que viene. “Hablar de futuro y poner en valor lo que se hizo”, sintetiza una alta fuente de Casa Rosada. “Defensa de la gestión”, completó otro. Habrá que ver si la imagen de futuro que describe es con él al frente (algo que irrita sobremanera a su vice) o es algo más general.
Cerca del mandatario vienen insistiendo desde hace tiempo en la importancia de “poner en valor su gestión”, lo que hace que muchos lo vean como que “está en campaña”, otros que apunta a “dejar su legado” y los suyos defienden como “explicar todo lo que se hizo a pesar de situaciones adversas”, entre lo que mencionan la pandemia, la guerra y la interna oficialista.
Parte de eso es lo que se espera que se vea este miércoles, en el que se descuenta que hará referencia a lo realizado en obras públicas y viviendas, considerados dos de los principales pilares de su gestión. En el orden económico, junto a los números a favor, estaría un reconocimiento de lo que falta, con los números de inflación y el poder adquisitivo como principales ejes de esa deuda.
Pero será el tema de la justicia el capítulo que atraerá más atención tras la avanzada contra la Corte Suprema. Por estas horas había quienes incluso no descartaban una posible referencia a la situación judicial de Cristina Kirchner. De concretarse esta última, Fernández podría insistir en un punto central sobre el que ya se mostró convencido: además de lo político, con el tema de proscripción, lo que se debe reclamar es la “inocencia” de Kirchner.
Como dijo en la mesa electoral, Fernández cree que hay que hacer una defensa jurídica de la vicepresidenta, más allá de la política, que tiene que ver con la proscripción.
Como contrapartida, al menos hasta estas horas, no se esperaba que el presidente incluyera el anuncio de un gran proyecto de ley, como fue en otras ocasiones la legalización del aborto o la reforma judicial, en anteriores aperturas del año legislativo.
El escenario político en general, marcado por la tensión interna en medio de las exigencias del kirchnerismo para que Fernández defina si será candidato, y el parlamentario, luego de la fractura del bloque del Frente de Todos en el Senado, complican los planes. De hecho el kirchnerismo hizo trascender que no prevé movilizar a la militancia al Congreso, como hace cada año. A eso se suma la postura de la oposición, como remarcan desde Balcarce 50. Aunque sí confiaban en el entorno del presidente en que hablaría de leyes que espera que se traten en el año legislativo.
Hasta ahora el Congreso exhibe una parálisis legislativa, por lo que volvió a cerrar, por segundo año consecutivo, el período de extraordinarias sin sancionar ninguna ley de las que incluyó el Gobierno como sus prioridades.
El punto histórico que se descuenta que tendrá un lugar de importancia es el de los 40 años del retorno de la democracia que se cumplen este 2023. En esa línea Fernández volverá sobre conceptos sobre los que ya hizo referencia en sus últimos discursos: la utopía de la igualdad, un país con más equilibrio social.
Los dos focos de tensión
Más allá del contenido en sí de lo que será el discurso de Fernández, la atención está centrada en todo lo que sucederá desde la llegada del Presidente a la escalinata del Congreso de la Nación, donde se reencontrará con su vice, a quien no ve desde hace exactos seis meses. La última vez fue el 2 de septiembre, cuando el mandatario la visitó la tarde posterior al atentado Cristina Kirchner, en su departamento de Recoleta.
Desde entonces solo hablaron por teléfono el 15 de noviembre, luego de la descompostura de Fernández en Bali y chatearon en dos oportunidades: una, cuando se conoció el descontento de Wado de Pedro con el mandatario, en enero pasado, y la última cuando Fernández la saludó por su cumpleaños, el pasado 19, y Kirchner le agradeció.
Desde esa fecha la expresidenta está en el sur y se esperaba su regreso este fin de semana. El año pasado quien se ausentó a último momento fue su hijo, el diputado Máximo Kirchner, tras el conflicto que había marcado con su dimisión a la presidencia del bloque luego de la firma del acuerdo con el FMI. “Cristina es muy institucionalista”, repetían estos días en contraposición a eso. Los gestos de Kirchner ya despiertan suspicacias. “Esperemos que vaya todo bien”, dicen entre la expectativa y la resignación cerca de Fernández.
El otro foco de atención está dado por la presencia o no de los cuatro miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, contra quien avanzó el oficialismo con un pedido de juicio político que desde hace semanas se trata en comisión, aunque con escasas a nulas posibilidades de avanzar al recinto.
Las invitaciones todavía no fueron emitidas y en el Palacio de Tribunales evitaron responder sobre si irán o no antes de recibir la convocatoria. Suceda lo que suceda en los tres escenarios que se abren serían disruptivos. Uno, que no los inviten, lo que no registra antecedentes. Otro, que los inviten a los cuatro jueces y que estos decidan no ir. Y el tercero, que vayan como siempre, con todo lo que eso implicará por la atención que eso suscitará.
Fue en diciembre pasado que, tras el fallo que benefició al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por los puntos de la coparticipación, que la administración de Fernández, junto a varios gobernadores, arremetió contra los jueces. El 1 de enero el mandatario anunció el pedido de juicio político a Horacio Rosatti, Juan Carlos Maqueda, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti. Desde entonces y aún sabiendo la imposibilidad de que prospere, por la composición actual de la cámara, desde el Gobierno reconocían que el objetivo detrás de la avanzada era un “desgaste ante la sociedad” del máximo tribunal.
Con ese escenario como telón de fondo es una incógnita qué sucederá. En Casa Rosada se admitía el viernes que aún no se habían terminado de armar la lista de invitados, que se conversan con el Congreso a través de las direcciones de Ceremonial y Protocolo y evitaban definiciones sobre un tema que, de cualquier modo, será noticia más allá del discurso de Fernández.