La pandemia, la excusa de la ministra para poner bajo la alfombra el femicidio de Fátima

Tras dos semanas de ausencia, durante la desaparición de la joven y luego con el hallazgo de su cuerpo, otra vez la desidia, ahora con las medidas de seguridad por el coronavirus que no se aplican, sin embargo la ministra emprendió un raid por la prensa entrerriana con anuncios, o lo que es peor, justificando su inacción.

Existen novedades en la causa penal por el femicidio que sacudió y -aunque las autoridades se niegan a aceptarlo – que sacude la capital y a la provincia entera.

Fátima Florencia Acevedo fue víctima de un crimen atroz, que ella misma les anunció a los funcionarios policiales y judiciales que ocurriría, sin embargo nadie la escuchó.

Recorrió comisarias, juzgados y fiscalías exponiendo los terribles hechos a los que la sometía Nicolás Martínez, en todas estas dependencias hicieron caso omiso a sus  gritos de auxilio.

Las omisiones no cesaron incluso cuando desapareció, a pesar de los anuncios y manifestaciones públicas de la Policía  que aseguraban “intensos rastrillajes” y todo un arsenal para encontrarla, estuvo a la vista la incompetencia en la conducción de las fuerzas de seguridad de la Provincia.

Incluso el hallazgo de su cuerpo ya sin vida está a la fecha plagado de sospechas y especulaciones que nadie despeja.

Recién a los 18 días del domingo que Nicolás Martínez dio por finalizado la violencia sistemática que ejerció sobre Fátima, haciendo lo último y más grave que podría hacer, quitarle su vida, dejando a un niño sin su madre, recién ahí, habló la ministra Rosario Romero.

Sus palabras se sintieron con el idéntico frío atemorizante que provocaba el mutismo que venía practicando.

No dijo nada, no le explicó nada a nadie, solo defendió en líneas generales al Estado, a  la Policía, en definitiva, a ella misma.

Sin dudas lo más grave lo constituyó la frase “la Policía ha tenido muchísima colaboración, tanto en este caso y en todos los otros casos, y como en todo, siempre estamos dispuestos a tener una mirada hacia el interior del Estado y ver como evitamos los femicidios«.

La ministra y la policía recién están viendo como evitan los femicidios, la conclusión no tiene remate.

Sr. Ministra, para evitar el de Fátima, lo primero que debieron hacer, es protegerla, se la protegía poniendo todos los recursos estatales en su favor, no con un botón antipático que solo funciona con internet y que aún existen dudas que se lo hayan otorgado, y con medidas de seguridad más severas para el victimario.

En el caso, todo orbita en dos materias, la prevención, la seguridad, materias propias y exclusivas del ministerio de gobierno, y, las disposiciones de fiscalía.

Justamente por eso el reclamo de Justicia por Fátima en esta oportunidad, saliéndose del esquema habitual, no fue exigiendo prisión perpetua para Martínez, las activistas descartan que así será, lo que realmente conmovió y aun conmueve es que el Estado siga sin actuar y no se haya responsabilizado por el femicidio.

“El Estado opresor es un macho violador”, al extracto de la popular canción de las marchas contra la violencia de género no hay más nada que agregar para visibilizar la desidia total.

El coronavirus, las drásticas medidas de prevención en su consecuencia, sin dudas sirvieron de excusa para ocultar todo, meter bajo la alfombra las omisiones, las irregularidades, tapar la inacción frente a un flagelo gravísimo como lo son los feminicidios.

Hasta  aquí se ha utilizado el término “femicidio”, hora usamos el “feminicidio”, término acuñado por la investigadora mexicana Marcela Lagarde, para definir “el acto de matar a una mujer sólo por el hecho de su pertenencia al sexo femenino” pero confiriéndole a ese concepto “un significado político con el propósito de denunciar la falta de respuesta del Estado en esos casos y el incumplimiento de sus obligaciones internacionales de garantía, incluso el deber de investigar y de sancionar”.

Por esta razón, Lagarde considera que “el feminicidio es un crimen de Estado”. Se trata de “una fractura del Estado de derecho que favorece la impunidad.

Este viernes se desarrolla una nueva audiencia por el femicidio de Fátima, la única conclusión será el prolongamiento de la prisión preventiva por 90 días más de Nicolás Martínez, nada nuevo, este jueves el Superior Tribunal comunicó que todas las medidas preventivas se extenderían por dicho lapso.

Sin embargo, la sensación de injusticia sigue vigente porque, a pesar de los reclamos y las exigencias de explicaciones y renuncias dirigidas a las máximas autoridades responsables de brindar seguridad y protección, la ministra Rosario Romero, el procurador Jorge García, al fiscal Leandro Dato, a la fiscal Cecilia Goyeneche, a la cúpula policial, al gobernador Gustavo Bordet y varias de sus funcionarias a las que les crearon recientemente cargos en post de la lucha contra la violencia de género, caso de Sigrid Kunath y Mariana Broggi, continúan sin respuestas.

Hay un dato concreto que duele y que provoca indignación porque da una nueva muestra de cómo el Estado sigue invisibilizando, escondiendo, tapando, los femicidios, a pesar d que existe un protocolo especial y obligatorio para este flagelo, la caratula de Fátima continua siendo “Acevedo Fátima Florencia-Su Denuncia-S/Violencia de género”, Legajo OGA 14.632.

Es más, este mismo viernes este Portal se comunicó con un integrante de la Policía de Entre Ríos, puntualmente de la división homicidios para consultarle sobre el protocolo y el accionar en las investigaciones de femicidios, la respuesta fue “Mira un homicidio es un homicidio, nosotros lo trabajamos igual”.

Según el protocolo de aplicación obligatoria que la ministra, la Policía, OGA y Fiscalía parecen desconocer “Un femicidio siempre es un homicidio, es decir la muerte de una persona en manos de otra. Sin embargo, el homicidio de una mujer no necesariamente es un femicidio. Para que lo constituya, tiene que mediar una violencia particular, que se enmarca en un contexto específico. La diferencia sustancial entre el femicidio y el homicidio es que el primero está determinado por razones de género. El femicidio refunda y perpetúa los patrones que culturalmente han sido asignados a las mujeres: subordinación, debilidad, sentimientos, delicadeza, feminidad, etc. Los actos femicidas están arraigados en un sistema que refuerza la discriminación y el desprecio contra las mujeres y sus vidas. A su vez, reproducen los estereotipos de la masculinidad asociada a la fortaleza física y al poder para controlar las vidas y los cuerpos de las mujeres, para, en última instancia, preservar los órdenes sociales de inferioridad y opresión”.

Estas diferencias aunque parezca intrascendentes, no lo son, si no se puede probar este “contexto de género”, algo fundamental cuando se comienza y se desarrolla la investigación porque las pruebas hay que obtenerlas, el asesinato quedara enmarcado en homicidio más, es decir, el femicida obtendrá impunidad, siendo pasible de una pena de 8 a 25 años, y no perpetua. La cuestión no es para nada menor.

Hoy Fátima ya no está, y debería estar, porque su muerte era evitable, era el Estado quien debía protegerla y no lo hizo, la dejó, como se dice, “a las buenas de Dios”, y lo profundamente preocupante es que ninguna mujer está exenta de ser la próxima víctima por la inacción de los funcionario que facilita el accionar femicida.

El coronavirus, sin dudas sirvió de excusa, la ministra que no hablaba y no salía por ningún lado, de repente apareció, emprendiendo un raid diario por todos los medios, es lógico, las medidas de seguridad por la pandemia anunciadas por el Presidente deben ser aplicadas en la provincias.

Medidas que están a la vista que no se cumplen, notándose ya en el día 1 del aislamiento preventivo obligatorio nuevamente las falencias en materia de seguridad en la Provincia.

En la previa paso lo mismo, varios intendentes quisieron restringir los ingresos a sus ciudades, pero la ministra no los dejó, su excusa fue la Constitución, olvidándose que entre la colisión de dos derechos fundamentales debe velar el mas trascendente para la vida y salud de las personas.

En la conferencia de prensa por cadena nacional el propio Alberto Fernández pareció recordarle a la ministra las nociones básicas de Derecho Constitucional.

Lo preocupante es, frente esta inacción, posterior silencio y no asunción de responsabilidades, que está haciendo el Estado, el ministerio y la Justicia, hoy para evitar la violencia de género, para evitar otra Fátima.

La cuestión es grave, estamos hablando de victimas que podrían estar cumpliendo el aislamiento obligatorio bajo el mismo techo que su potencial femicida. ¿Dónde está el Estado para estos casos?

El Estado está operando, presionando con promesas de beneficios y mejoras a dirigentes del oficialismo y de la oposición para que no prospere una interpelación que tiene como único fin que se explique cómo se actuó en el caso de Fátima, tal es así que, según han denunciado a este medio, ya son tres los diputados de Cambiemos que no levantaran la mano por el pedido.

Las respuestas no llegan y no van a aparecer, y la pandemia es la excusa perfecta, sin embargo la sociedad no olvida, las mujeres no olvidan.

#JusticiaPorFatima #ElEstadoEsResponsable

2 comentarios

Manjon maria 22 marzo, 2020 at 6:52 pm

Este ESTADO ESTA AUSENTE EN TODO

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