Los aspirantes a llegar a la Presidencia ya activaron sus contactos para financiar la campaña electoral

Oficialistas y opositores buscan aportantes para hacer frente al año electoral. De la caja estatal a los aportes privados, quiénes están detrás de cada candidato

No hay candidatos, todavía, pero varios se prueban el traje. No hay campañas formales, tampoco, pero las reuniones se suceden. Y el flirteo con los potenciales financistas comenzó hace rato, con varios recaudadores que ya empezaron a pasar la gorra, según reconstruyó LA NACION en base a los testimonios de 14 protagonistas de lo que ocurre detrás de las vidrieras públicas. Bienvenidos a la carrera 2023 por la Presidencia de la Nación.

El panorama es muy dispar. Horacio Rodríguez Larreta marcha primero en la ejecución del plan de campaña, recaudación incluida. Tres son los jugadores centrales -Edgardo Cenzón, Gabriel Martino y su hermano, Augusto Rodríguez Larreta-, más un cuarto, Jorge Anzorreguy, a cargo del rol más antipático. Mientras tanto, el Frente de Todos se apoya en las cajas públicas y algunos “empresarios K”. Y si se toma a Sergio Massa por separado, él atiende el juego por sí mismo y con la ayuda de un enlace clave, José Luis Manzano, tras la muerte del banquero Jorge Brito. ¿Hay más? Sí, Patricia Bullrich recurre a cenas, una fundación y un instituto, y los radicales quieren una reunión clarificadora con “el Pelado”. ¿Y Milei?

Empecemos por Rodríguez Larreta. Cenzón acumula experiencia en las lides recaudatorias: junto a “Nicky” Caputo manejó el fondeo de las campañas de Mauricio Macri, en 2015, y de Rodríguez Larreta, en 2021. Ahora participa con dos premisas: “ordenar” el sistema de recaudación y cerrar las heridas que dejó Macri entre los empresarios. En particular, entre los que terminaron decepcionados con su gestión –léase Unión Industrial Argentina, entre otras entidades- o que desfilaron por tribunales con la “causa Cuadernos” –leáse Cámara Argentina de la Construcción, por ejemplo-, y le reprochan al exPresidente que les soltó la mano.

¿Martino? El ex titular del HSBC en el país, más conocido como “el Pájaro”, dialoga con –y busca seducir a- otros empresarios; en particular, aquellos que no son proveedores del Estado. ¿Ejemplo? Las tecnológicas, “unicornios” y similares.

¿Y el hermano Augusto? Su función teórica es el “armado territorial nacional”. En español: viaja a las provincias, busca referentes, amplía la base y contiene a los mimosos. Pero al igual que el jefe de Gabinete porteño, Felipe Miguel, también se reúne con empresarios y otros posibles aportantes. Algunos exigen definiciones de la cúspide de Juntos por el Cambio antes de hablar de donaciones, que las hay. Y su hermano Horacio ha escuchado reclamos sobre cuentapropismo, también. Circulan versiones, incluso, sobre un “incidente” que habría ocurrido en Córdoba.

Queda Jorge Anzorreguy. El apodo que le colgaron anticipa su rol: “El maléfico Doctor No”. No pasa la gorra: se sienta sobre la chequera y, apoyado en sus conocimientos como abogado, decide en qué se gasta, cómo y cuánto, para evitarle dolores de cabeza al jefe, aún cuando acumule reproches –y hasta insultos- desde múltiples puntos del país.

Rodríguez Larreta cuenta, también, con una ventaja sustantiva que comparte con Alberto Fernández y Axel Kicillof: gobierna. Les aporta una visibilidad de la que carecen otros potenciales candidatos, además de acceso a fondos públicos –en particular a la publicidad oficial- que puede desviar para fines proselitistas, lo que está vedado por la ley pero que muchos han hecho o hacen igual. ¿O alguien olvidó la provincia pintada de naranja en tiempos de Daniel Scioli y la ciudad empapelada de amarillo Pro en tiempos de Mauricio Macri?

El expresidente, mientras tanto, deja hacer, sin definir si volverá a correr por la Presidencia. Desde su “Puerta de Hierro”, más conocida como Cumelén, recibió a propios y extraños. El 31 de diciembre, sin ir más lejos, se reunió con Horacio Rodríguez Larreta, que siente que Macri va más allá de lo correcto en su afán por “nivelar la cancha” con la otra figura que sueña con la Casa Rosada: Patricia Bullrich.

“Pato” montó su propio equipo, que lidera María Oneto, con Nicolás Massot, Paula Bertol y Federico Pinedo en otros roles. Buscan seducir financistas, para lo cual apelan a las cenas y almuerzos en casa privadas, desde hace un año y medio, y canalizan fondos a través de una fundación, en Estados Unidos, y un instituto en tierras porteñas. Todo, previenen, en blanco y acorde a la ley. Dato: los laboratorios están muy nerviosos con ella.

Los radicales van con Facundo Manes a la cabeza y con su hermano Gastón como brazo derecho. También lo tiene a Gastón Douek y al otrora senador Ernesto Sanz, mientras que Emiliano Yacobitti concentra sus energías en distritos como Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Pero tampoco olvidemos a Daniel “Tano” Angelici. Y no les vayan a los “boinas blancas” con que la recaudación aún no comenzó: “No nos va tan bien porque todo el tiempo nos dicen: ‘Ya aporté a Horacio’. Así que hay una charla pendiente con él. O nos da parte de lo que recauda o que aclare que él no junta para todo Juntos por el Cambio, sino para él”.

Milei, en tanto, se apoya en su hermana Karina y en el comunicador Carlos Kikuchi, como antes se apoyó en Carlos Maslatón, Marcos Urtubey y Álvaro Zicarelli, y más atrás en José Luis Espert y Luis Rosales, además de la relación con el empresario Eduardo Eurnekián. Fiel a sí mismo, desde sus inicios lo rodean las versiones sobre los aportes que habría recibido de otros candidatos –desde Rodríguez Larreta, como afirmó Maslatón, a Massa-, aunque Milei siempre lo negó. Sí reconoció, en cambio, que en 2021 le ofrecieron una valija con US$300.000 si bajaba su candidatura, que rechazó.

Las cajas del Estado

Mientras las reuniones estivales se suceden en Punta del Este, José Ignacio, Costa Esmeralda, Cariló y Cumelén, las facciones del peronismo también se aprestan para lo que viene. Desde el Frente de Todos esperan definiciones. ¿Qué pasará con Cristina Fernández de Kirchner? ¿Será candidato Eduardo “Wado” de Pedro, quien aprovecha cada anuncio o acto oficial, propio o ajeno? ¿O Kicillof? ¿Y Alberto Fernández? ¿De verdad pretende pelear por su reelección o sólo busca conservar algo de protagonismo?

Más allá de los nombres, el kirchnerismo se apoya en el fondeo más tradicional. Es decir, “cajas” como Aerolíneas Argentinas, PAMI y Anses, que a su vez les da acceso a los directorios de no pocas empresas. Eso, sin olvidar un secreto a voces, que también beneficia a Juntos por el Cambio: la Legislatura bonaerense, una caja portentosa de la política. A esto, el Frente de Todos suma los aportes de Cristóbal López y Fabián de Sousa –con Julián Leunda como nexo ya en 2019-, y otros “empresarios K”, además del sostén recurrente de los bingos bonaerenses, de teléfono abierto con Martín Insaurralde.

Massa juega otras fichas. Combina la vidriera que le ofrece el Ministerio de Economía con las redes que tiende “Chupete” Manzano entre los empresarios, según sus críticos, “más prebendarios” del país. Fallecido Brito, Massa también se apoya en Raúl “Cabezón” Pérez, y en dos cajas públicas monumentales: Transporte y Aysa, que dirige su esposa, Malena Galmarini. Algunas voces señalan a firmas que se beneficiaron durante su gestión, como Edenor, como un elemento a tomar en cuenta; otras, suman a su equipo al vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, aunque a su lado lo desmienten.

La danza de nombres y los aprestos confluyen, por último, en cuatro clásicos y tres rasgos distintivos. ¿Los clásicos? El primero, el pago en especie. En vez de aportar bolsos o sobres con “cash”, muchos ofrecen aviones o automóviles, habitaciones de hoteles, pasajes, servicios de catering y flotas de teléfonos, entre otras opciones. El segundo clásico es el mexicaneo. De hecho, ya proliferan los ruidos sobre “cuentapropistas”. El tercer clásico, la compra de lugares en las listas de legisladores. Y ya suenan precios tentativos: US$500.000 por un lugar con probabilidades medias de ingresar al Congreso. Y el cuarto, el financiamiento cruzado. Pasó en 1995, por ejemplo, cuando el menemismo financió al radicalismo para comerle votos a José Octavio Bordón, y las sospechas llegan hasta hoy, aunque las pruebas no aparezcan. Dicho eso, no son pocos los que extrañan al fallecido Juan Carlos “Chueco” Mazzón, un experto.

¿Los tres rasgos distintivos? El primero, el clima de época. “En 2015 dominaba la esperanza, la sensación que comenzaba algo nuevo y bueno”, detalló uno de los consultados a LA NACION. “Ahora domina la desazón, la sensación de que poco va a cambiar. Ese es un desafío que afrontamos para recaudar”. El segundo rasgo es una cuestión de oferta.

“En 2015, Macri era el único candidato con chances desde la oposición y aunó toda la recaudación; ahora, en cambio, hay varios nombres que se reparten la torta que hay”, detalló otro operador. Y el tercer rasgo tiene raigambre judicial: la causa “Cuadernos”. Los eventuales financistas ahora dudan dos y mil veces antes de abrir la billetera. Un donante habitual lo resume así: “Eso cambió todo. Ahora, cuando alguien te ofrece una forma de canalizar el dinero, lo primero que hago es exigir que lo analicen nuestro oficial de ‘compliance’ y nuestro auditor, y que me pongan por escrito que podemos colaborar de esa forma. Si no, olvídate”.

1 comentario

Mauricio 17 enero, 2023 at 9:13 am

A los loquitos porteños solo le falta probar a Milei y hundir definitivamente el pais

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