Lectura interna: Cristina no dio definiciones, pero subió al escenario a sus candidatos y le habló a su tercio

Distintos referentes de la coalición oficialista coincidieron en que la Vicepresidenta marcó un rumbo de cara a la campaña y se puso en el centro, pero que la ubicación de sus acompañantes fue clave para interpretar su discurso

Como en el resto del arco político, y a pesar de la fuerte expectativa que existía en la militancia K por una definición electoral, en el interior del Frente de Todos señalaron a la “puesta en escena” como la clave del acto que encabezó Cristina Kirchner este jueves. La Vicepresidenta no nombró candidatos, pero dejó una foto que prefigura por dónde pasarán las decisiones en el próximo mes. Le habló a su “tercio” político, marcó la línea discursiva rumbo a la campaña y se ubicó, una vez más, en el centro.

Axel Kicillof, detrás, a su derecha; Máximo Kirchner, Eduardo “Wado” de Pedro y Sergio Massa, a su izquierda. De hecho, el ministro del Interior y el de Economía se encontraban juntos, un paso por delante del hijo de la Vicepresidenta.

“Ya habló ella”, dijeron De Pedro y Massa, al bajar del escenario, y evitaron mayores declaraciones. Sin embargo, apenas unas horas más tarde, el ministro del Interior publicó en sus redes sociales un video con las características de un spot de campaña de un candidato presidencial. Cerca del funcionario, incluso, afirman que se presentará en la carrera por la presidencia, aunque aún no dan por cerrada la fórmula.

Esa ubicación no es gratis ni se regala. Lo que mostró Cristina es que, si no es ella, la definición va a ser entre estos cuatro nombres. Al haberse presentado y haberse prestado a la foto, quedó claro que Massa quiere ser el candidato”, afirmó, minutos después de finalizado el acto en Plaza de Mayo, un hombre de confianza de la Vicepresidenta, con asiento en el Congreso de la Nación.

Misma lectura dio un dirigente camporista, que destacó que Axel Kicillof no ocupó el mismo lugar que los dos ministros en la imagen, sino que se ubicó en una posición más distante. En los últimos días, había crecido con fuerza la versión de que el gobernador bonaerense podía ser el elegido de Cristina Kirchner para competir por la Presidencia. Él -y su entorno- preferiría ir por la reelección en la Provincia.

En el massismo, el acto de la Vicepresidenta no despertó grandes sorpresas porque -aseguraron en el Frente Renovador- no esperaban definiciones electorales. “Ya sabíamos cómo iba a ser el discurso”, repitieron distintos referentes cercanos al ministro de Economía.

“Qué esté Máximo, Wado, Sergio, Axel, muestra lo que viene. Viene esa generación y ella está en un rol de estratega”, señalaron en el Palacio de Hacienda. Aunque nunca cristalizó abiertamente sus intenciones de competir por la presidencia, Massa mantiene su idea de que exista un candidato único y de consenso que cuente con el apoyo de todas las patas del oficialismo. Además, el ministro suele defender que dirimir el candidato en una PASO “no es una estrategia eficiente”.

Por eso, en los últimos días mostró su acercamiento con Máximo Kirchner, a quien invitó a su viaje a China. Partirán el próximo domingo. Este jueves, sobre el escenario y entre risas, volvieron a dar señales de complicidad.

No fueron solo esos cuatro dirigentes. Cristina Kirchner montó una tribuna a su espalda que llenaron referentes de todos los sectores del Frente de Todos: intendentes, sindicalistas, líderes de los movimientos sociales, y desde senadores y diputados cristinistas, hasta ministros alineados con Alberto Fernández, que dejaron aún más en evidencia la ausencia del Presidente.

“Cristina trazó claramente el marco del proyecto y el programa que hay que encarar, ratificó su liderazgo, definió el discurso y ocupa el centro”, enumeró, escueta, una dirigente ultra K.

Vale destacar: solo hubo tres gobernadores. Además de Kicillof, participaron la santacruceña Alicia Kirchner y el riojano Ricardo Quintela. También hubo una fuerte ausencia sindical: faltaron nada menos que los líderes de los sindicatos más pesados de la CGT.

“Tendrían que haber estado. En cualquier caso, con Massa arriba del escenario, que es el candidato de los Gordos, la postura de ellos queda desdibujada”, interpretaban en La Cámpora. En el Ministerio del Interior, por otra parte, daban por descontado que De Pedro cuenta con el respaldo de los mandatarios oficialistas en caso de sea finalmente el candidato del Frente de Todos.

La semana pasada, en lo que fue su primera entrevista televisiva en años, Cristina Kirchner aseguró que en las próximas elecciones el escenario estará dividido en tres tercios: los votos se repartirán entre el oficialismo, Juntos por el Cambio y Javier Milei. “Lo importante más que el techo es el piso para entrar al balotaje”, advirtió. En otras palabras, la clave, para ella, es reforzar el voto duro.

Esta vez creo que le habló nuestro tercio. Consolidó su liderazgo y un discurso”, dijo un referente K que participó del acto en Plaza de Mayo.

“La Argentina tiene una representación con la mitad de la gente ubicada del centro a la izquierda. Juntos por el Cambio y los liberales están intentando representar del centro a la derecha. La idea, y lo que dijo Cristina, es ir a buscar los votos cuerpo a cuerpo entre la gente real, con un delegado de un gremio o una charla en una pyme en un municipio bonaerense”, interpretó un ministro que estuvo sobre el escenario.

Aunque distintos referentes que subieron al escenario coincidieron en que la señal de exponer a los presidenciables alrededor de la Vicepresidenta habla por sí misma, tampoco despeja del todo la incertidumbre. La fecha del cierre de listas se aproxima y la puja por la definición de una disputa interna o la elección cerrada de la fórmula presidencial, aún, permanece.

1 comentario

Antonio Luis Rivera 26 mayo, 2023 at 11:17 pm

«Adiós doctora», la despedida del 25 de mayo

SI somos los “hijos de la generación diezmada” dos generaciones destruidas, empobrecidas saqueada, embrutecida durante 20 años.
Como dijo el gran filósofo ASIS

Ya es todo cuesta abajo, señora. Lentamente, sus días se van llenando de últimas ocasiones y actos de clausura, y la expectativa se convierte en nostalgia. Es natural, a todos nos pasará en algún momento.

Cualquiera podría darse por satisfecho en su lugar, ha llegado a lo más alto de su carrera política, y ha acumulado las dos cosas que más quiso en el mundo: poder y dinero. Sería el tiempo indicado para retirarse, descansar y tal vez escribir unas memorias que muchos comprarían y mentirían haber leído.

Pero usted no es así, ¿verdad? No, claro que no. Usted detestará cada minuto. Al principio los cambios serán groseramente evidentes. A partir de no mucho tiempo, ya no dispondrá de los bienes del Estado para su uso personal, deberá procurarse sus propios juguetes, desplazarse a nivel del suelo y pagar por lo que compre.

No podrá contarles a millones de personas los falsos detalles de su vida imaginaria, ni proyectar en un auditorio obligado sus frustraciones patológicas y los resentimientos que han moldeado su carácter como el impiadoso cincel de un escultor perverso.

Pero superará eso, señora. La mente humana es maravillosa para adaptarse a variaciones traumáticas. Superamos divorcios, mudanzas, muertes y catástrofes de todo tipo. Incluso superamos gobiernos desastrosos. Los que son realmente difíciles de prevenir por insidiosos y sutiles son los pequeños detalles que marcan la decadencia. Es como la juventud, señora, que se pierde en forma tan gradual e inevitable que no nos damos cuenta hasta que un día la imagen que nos devuelve el espejo nos resulta ajena, extraña y ominosa.

Y usted, acostumbrada a ser el centro, conocerá la periferia. Un día alguien se dará cuenta de que ya no es necesario mantenerla informada de todo. Un día alguien la hará esperar en el teléfono. Un día alguien la recibirá con indisimulable fastidio. Un día, señora, notará que aquella forma de relacionarse con las personas basada en el temor como remedo deforme del respeto, ya no es efectiva.

Cosa curiosa el respeto, se obtiene más cuando más se entrega, y usted no ha entregado nada, nunca. Aquellos a quienes usted ha ofendido, humillado y agraviado en el ascenso, se presentarán a cobrar sus cuentas en la caída. Porque las lealtades alquiladas no son perennes, señora. Sus propietarios simplemente cambian de inquilino.

Cual multitudes de Pedros, la negarán tres veces, o quinientas, si eso dictan las conveniencias del momento. Usted sabe mejor que nadie cómo es eso. El poder se escurre entre sus manos ahora mismo, señora, y no se detendrá.

Soñará, claro, con un futuro regreso, y tal vez esa esperanza la mantenga a flote por un tiempo. Pero cuando el periodismo voluble comience a ignorarla, cuando ya no alcance su primer nombre para identificarla en la nota de relleno de una página perdida, sentirá la mordida del miedo.

Ya no será «la Jefa». Será «la vieja». «¿Y ahora que quiere la vieja?» comenzará a escucharse en tono irritado ante cada llamado, cada pregunta, cada exigencia. Su enfermizo deseo de trascendencia será aplastado en este país donde cada gobernante llega a su puesto con delirios fundacionales.

Cualquier cosa que haya hecho, cualquier legado que pretendiera dejar podrá ser borrado con una firma, con las manos levantadas de los mismos que hasta ayer le juraban fidelidad hasta la muerte. Usted no será un mito, señora, porque los mitos se construyen a lo largo de los años con la contribución deliberada y constante de muchas personas motivadas por el respeto o la conveniencia.

Descartado el respeto, sólo quedará la conveniencia, y rápidamente usted se convertirá en alguien inconveniente. Quizás entonces se aferre a otra fantasía, la de fundar una dinastía. Pero ¡ay!, los herederos no parecen estar a la altura.

Usted ha cometido un terrible error en su vida, señora: no ha tenido amigos. Y le pesará, porque el refugio de los afectos está reservado a las personas buenas. Le quedará, si acaso, la familia, suponiendo que sean capaces de soportar su creciente amargura.

Sé que está obsesionada por cómo la recordará la posteridad. Lo mejor sería que la olvidara del todo, señora. Porque de otra manera, la única huella que dejará su paso por esta vida, será una nota marginal en la Historia Universal del Fracaso. Adiós, señora.

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