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La inesperada derrota en Concordia ha sacudido los cimientos del peronismo en Entre Ríos, dejando al partido en una situación sumamente comprometida a nivel provincial. En un giro inusual de los acontecimientos, el gobernador Gustavo Bordet, luego de haber asegurado su banca y fueros en la Cámara baja nacional, y el de su señora en la Legislatura provincial, permitió que el frigerismo avanzara en una ciudad donde se esperaba que concentrara sus esfuerzos, su propia cuna política.
Desde el principio, se percibió una tensión palpable cuando Bordet dilató la decisión de desdoblar las elecciones provinciales, una demora que finalmente resultó en la ausencia de desdoblamiento. Este retraso tuvo un impacto negativo, agravado por la influencia desfavorable del gobierno de Alberto Fernández. Fue un inicio turbulento para quien intentaba ser el sucesor de Bordet en la gobernación, Adán Bahl.
Lo que se destaca en esta situación es la notable apatía por parte de Bordet en su liderazgo del justicialismo. Un partido que, a lo largo de la historia, ha sido sinónimo de movilización constante de sus bases, se encontró paralizado, con una base de simpatizantes desencantados y una sensación generalizada de insatisfacción.
Después de dos mandatos como gobernador, caracterizados por la falta de transparencia en los contratos y la falta de claridad en la identidad y funciones de los funcionarios, Bordet dejó claro que no tenía la intención de allanar el camino para que alguien de la costa de Paraná lo sucediera como gobernador.
El proceso de elección interna para la candidatura a la intendencia de Concordia dentro del PJ, resuelto por la Justicia Electoral, tuvo un impacto adverso en el partido. Además, la intervención posterior del presidente de la Cámara Baja, quien desempeñó un papel protagónico en la lucha interna por la intendencia, favoreció a Juntos por Entre Ríos con la aprobación de Bordet.
No cabe duda de que la derrota en Concordia fue resultado de una serie de acciones y omisiones desde dentro del propio peronismo. Se observaron descuidos notables y mensajes mixtos para la sociedad concordiense por parte de miembros del PJ que parecían estar inclinados en favor de la oposición.
En la antesala de las elecciones, se preveía que Paraná, la capital de la provincia, se convirtiera en un terreno más hostil para el peronismo. Sin embargo, para sorpresa de muchos, el peronismo logró una victoria convincente en la capital. En otros departamentos, como Gualeguay, Gualeguaychú y Colón, se asumía que la batalla estaba perdida, pero la pérdida de Concordia, un bastión peronista tradicional, cuna de numerosos gobernadores e importantes funcionarios, resultó desconcertante y dolorosa.
Algunos veteranos peronistas llegaron a hacer gala de su ironía al comentar que «si todos los funcionarios originarios de Concordia que son parte del gobierno de Bordet hubieran votado a favor de Bahl, se habría ganado la provincia». Esta derrota revela una fractura interna en el peronismo de Entre Ríos y despierta interrogantes sobre el futuro del partido en la provincia.
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1 comentario
Un mentiroso que va a llevar a Entre Ríos a una crisis fulminante