El Presidente le suma presión a su gabinete para conseguir respaldos legislativos y sancionar las leyes que les prometió a Trump y el FMI. El rol de Santilli y la postura de los mandatarios provinciales.
Todavía dura en Javier Milei y en sus ministros el clima de una alegre efervescencia, producto de la contundente victoria en las elecciones legislativas nacionales.
Sin embargo, el Presidente le pone cada día más presión a su gabinete para lograr, a través del Congreso, las reformas que necesita para la segunda etapa de su gestión. Aquellas que les prometió a Donald Trump y al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Quizás por eso aceleró los cambiosen su gabinete con la incorporación de Diego Santilli como ministro del Interior y Manuel Adorni como ministro coordinador.
Milei quiere que en las sesiones extraordinarias de diciembre salga todo lo que se pueda del Congreso. Se trata del Presupuesto 2026, de las reformas laboral y tributaria, y de los cambios en el Código Penal. La nueva legislación previsional está planeada para el 2027.
Las urgencias de Milei llevaron a Santilli a presentar su renuncia como diputado para dedicarse tiempo completo a su nuevo cargo. El viernes se reunió con el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, que todavía mantiene un pie en el PRO, al igual que el ministro.
Luego recibió al mandatario peronista de Catamarca, Raúl Jalil, quien no ha tenido problemas -ni los tendrá- en apoyar iniciativas del Presidente, siempre que obtenga algo para su provincia.
Mañana Santilli seguirá con esos encuentros; en algunos lo acompañará Adorni. Estará el salteño Gustavo Sáenz y el sanjuanino Marcelo Orrego, aunque la atención se colocará en el cordobés Martín Llaryora, uno de los puntales de Provincia Unidas, que perdió en su territorio con La Libertad Avanza.
Por ahora, el bonaerense Axel Kicillof seguirá fuera de las conversaciones. En las primeras rondas quejó marginado junto a los gobernadores de La Rioja, Ricardo Quintela; de Formosa, Gildo Insfrán; y de Tierra del Fuego, Gustavo Melella.
La idea, sin embargo, es que todos formen parte de las rondas de conversaciones de Santilli, aunque no estén para una foto con el Presidente. La mayoría de los gobernadores están dispuestos a acordar con la Casa Rosada para que Milei pueda tener sus leyes, pero condicionan ese respaldo a las necesidades de sus provincias.
Creen que es el momento: sostienen que si no logran sacar algún beneficio en estas negociaciones, será mucho más complejo en el futuro.
¿De qué están hablando los gobernadores? En primer lugar, quieren saber qué beneficios obtendrán sus economías del futuro presupuesto, teniendo en cuenta que desde hace dos años no hay modificaciones por la falta de acuerdo en la denominada ley de leyes.
Los fondos para algunas cajas de jubilaciones provinciales también han sido un reclamo constante de los gobernadores, casi en paralelo a las críticas por mal manejo que parten de la Casa Rosada.
Después aparecen otros dos temas donde les ha sido muy difícil a las provincias abrir la puerta que Milei cerró en el momento en que llegó a Balcarce 50. Se trata de las obras públicas con financiamiento nacional y los fondos para el mantenimiento de las rutas nacionales.
El plan del ministro Santilli, que asumirá formalmente esta semana, tiene como punto de partida el tratamiento y aprobación del Presupuesto 2026 en extraordinarias. Es decir, que se sancione antes de fin de año.
En paralelo se abrirán las negociaciones por las reformas. No está claro aún el contenido de los cambios en el campo laboral y tributario. Por eso escuchamos solo palabras de buena predisposiciónpara su tratamiento por parte de la oposición dialoguista.
La idea del ministro del Interior es que cada provincia ponga sobre la mesa de negociaciones su agenda de trabajo y prioridades, para que después se compatibilice con las necesidades del gobierno nacional.
Milei, Santilli y Adorni tienen en claro que tendrán la cerrada oposición del kirchnerismo y del peronismo combativo. Y en el caso de la reforma laboral, la desconfianza de la nueva conducción de la CGT.
La señal de la central obrera, con su nuevo triunvirato (Jorge Sola, Cristina Jerónimo y Octavio Argüello), es de abrir el diálogo con el Gobierno. Por eso los moderados ganaron terreno. Pero saben que habrá temas muy ríspidos a la hora de buscar un acuerdo. Son los vinculados con la jornada laboral, los aumentos salariales y los despidos.
En definitiva, todo está por verse. Aunque para Milei, no hay margenpara que no salgan las reformas como él quiere.
