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Las vacaciones de la titular del PAMI en el Caribe mexicano se convirtieron en un serio problema para el oficialismo; Alberto Fernández, Cristina y Máximo Kirchner hablaron con la funcionaria, que emprendió el regreso a Buenos Aires; la lógica de la “orga” detrás de su comportamiento
Lejos de quedar en el plano de la superficialidad, las vacaciones caribeñas de Luana Volnovich y de su segundo en la línea de dirección del PAMIprovocaron un nuevo desacople en el oficialismo. A tal punto, que el desliz de la dirigente de La Cámpora fue abordado al más alto nivel de la coalición de gobierno, con intervenciones directas de Alberto Fernández, Cristina y Máximo Kirchner. Las conversaciones, que incluyeron retos y pedidos de explicación, podrían alumbrar decisiones desde el lunes, tras una nueva charla prevista entre el Presidente y la funcionaria, ya de regreso a Buenos Aires.
Según pudo saber LA NACION de fuentes oficiales y partidarias, se despliegan ahora tres escenarios para Volnovich: que presente la renuncia para no desautorizar el liderazgo presidencial; que se traslade a su novio Martín Rodríguez, también camporista, a otra dependencia del Estado; o que se pongan paños fríos sobre el asunto para que el Gobierno no se vea corrido por las críticas de la oposición. “Es un tema del Presidente con la funcionaria y con su espacio dentro de la coalición”, analizó un referente del Frente de Todos. “Ya hablaron y van a volver a hablar el lunes”, agregaron fuentes de la Casa Rosada.
El hecho de que ambos funcionarios pertenezcan a La Cámpora complica la situación para el Presidente, ya que Volnovich y Rodríguez reportan solo y únicamente a Máximo Kirchner. La agrupación mantiene el comportamiento de una “orga”, con un entramado de relaciones políticas y personales que hace un culto del hermetismo. Tanto es así, que las últimas parejas conocidas de la jefa del PAMI fueron todos dirigentes camporistas. Nacida hace 42 años en Río de Janeiro, hija de padres exiliados en Brasil durante la dictadura, la historia de Volnovich refleja ese comportamiento endogámico de La Cámpora.
La jefa de la obra social de los jubilados forma parte de la superestructura de La Cámpora. Hasta allí llegaron solamente dirigentes de probada lealtad a la vicepresidenta y a su primogénito, y que fueron designados para controlar grandes cajas del Estado como la ANSES, el organismo previsional, y la petrolera YPF. Antes, también, en Aerolíneas Argentinas. Forman parte de una camada de entre 40 y 50 años que se prepara para tomar la cúspide del poder en cuanto tenga oportunidad y que concibe a Cristina Kirchner como un “puente generacional” para conseguir ese objetivo.
Desde esa superestructura surgen contradicciones con la prédica militante, que en su momento atrajo a los jóvenes –lo que se reflejó en el masivo velatorio de Néstor Kirchneren 2010- pero que, pasada más de una década, cristalizó a un grupo de funcionarios de buen pasar económico con una realidad bien distinta a la de la base de la organización. Las imágenes de Volnovich y de Rodríguez en el Caribe no hicieron más que verificar esas diferencias. “Luana Volnobeach”, tuitearon esta semana algunos militantes haciendo un irónico juego de palabras, con cierta carga de indignación.
Cuestiones personales
Volnovich y Rodríguez son pareja. Eso podría quedar como la anécdota de un amor surgido en el ámbito laboral o en la actividad política, pero en rigor repite un patrón: la titular del PAMI tiene una hija junto a un dirigente de La Cámpora, Jorge “Loco” Romero, que tuvo que pedir licencia a una banca en el Senado bonaerense tras ser acusado de abuso sexual; y antes había sido la novia de Iván Heyn, un economista heterodoxo que estuvo entre los fundadores de la organización y cuya vida se apagó en un extraño incidente en un hotel de Montevideo el 20 de diciembre de 2011.
Heyn había sido apartado de los cargos expectantes en forma paralela al ascenso fulgurante de otro economista ponderado en el mundillo kirchnerista: Axel Kicillof. La propia Cristina Kirchner convocó a Volnovich a la quinta de Olivos para consolarla y para entregarle las pertenencias de su expareja, que había rescatado la Cancillería. Los memoriosos recuerdan que la actitud de la entonces presidenta –que disertó en la cumbre del Mercosur donde murió Heyn- contrastó con la de Máximo Kirchner, quien no se presentó a la despedida en el cementerio de la Chacarita.
Los camporistas saben que el “albertismo” –ese núcleo de funcionarios que quiere más protagonismo político pero choca con la indecisión presidencial- no los quiere. “Están cagados, esto les mata el relato”, deslizan desde ese sector. Los cañones vuelven a apuntar contra Eduardo de Pedro, el ministro del Interior, que pese a haberle renunciado a Fernández tras las PASO, ahora afirma –en forma inconsistente- que “la relación es normal”. “Wado” niega también que él o Máximo vayan a ser candidatos a presidente en 2023, aunque en el fondo todo indica que La Cámpora jugará sus fichas a un candidato que –claro- no sería Alberto.
Eso, interpretan, tendrá sus costos políticos. Pero la jefa del PAMI hizo lo suyo: no solo se fue de vacaciones fuera del país cuando la mayoría de los argentinos está impedida de hacerlo, sino que lo hizo junto al segundo del organismo, que quedó virtualmente acéfalo. Las imágenes dañaron el capital simbólico de la “orga”, apuntalado en la militancia, y el final está abierto. Para Volnovich, será otro capítulo en una vida intensa, que muestra una simbiosis absoluta entre la faz privada y el proyecto político, con los privilegios de alguien que accedió al nivel gerencial del Estado
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