La efusividad de la despedida de Alberto Fernández a sus amigos Moroni y Zabaleta, y la llamativa ausencia de Gomez Alcorta.
Cuando bajó del primer piso de la Casa Rosada, Juan Zabaleta se fundió en un abrazo con Claudio Moroni en la primera fila del acto en el Parque Colón lindero a la sede del Ejecutivo donde juraron las tres flamantes ministras del Gabinete, Kelly Olmos, Ayelén Mazzina y Victoria Tolosa Paz. A un metro estaba sentado Andrés “Cuervo” Larroque, que criticó hasta la semana pasada la falta de gestión del saliente ministro de Trabajo.
Nadie esperaba a Elizabeth Gómez Alcorta, que tras dar un portazo en el Ministerio de las Mujeres, no se conmovió con la reunión del martes entre el Presidente y los miembros de la comunidad mapuche desalojada por las fuerzas de Seguridad de Villa Mascardi y fue la ausencia más visible del acto en el que Alberto Fernández volvió a pedir por la unidad del oficialismo. Fernández le agradeció -con pocas palabras- por su tarea. Mucho más efusivo fue con sus «amigos» Zabaleta y Moroni.
El secretario general de La Cámpora, que -a pesar de lo que dicen en el Ejecutivo- habla siempre a instancias de Cristina Kirchner, se abrazó y dialogó con el empoderado vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, un albertista que intenta tejer un vínculo firme con el kirchnerismo duro, y que tuvo mucho que ver con el ascenso de la nueva ministra de Trabajo, Raquel “Kelly” Olmos. «Tenemos buena relación», confió el ministro de Axel Kicillof.
En el Gobierno eligieron una locación atípica para una jura de ministros. No optó por el Salón Blanco ni el Museo del Bicentenario, donde intentó relanzar la gestión en su momento con las llegadas de Juan Manzur y Daniel Scioli -que estuvieron presentes- y Sergio Massa. Prefirieron el Parque Colón, donde el Presidente anunció con Gómez Alcorta, en mayo pasado, el proyecto de ley para extender las licencias por paternidad, que sigue sin avanzar en el Congreso.
La disposición de los más de quinientos asistentes no fue casual. Ceremonial de Presidencia dispuso que los dirigentes sindicales de todas las extracciones de la CGT y la CTA, desde Pablo y Hugo Moyano -cada vez más críticos de la gestión presidencial- Héctor Daer, Gerardo Martínez y Carlos Acuña, que criticó por la mañana que Fernández no consultara a la central obrera para elegir a la sucesora de Moroni. «Me alegra enormemente ver a todos los dirigentes gremiales a todos juntos allí», dijo el Presidente desde el estrado. Los primeros dos marcharán el lunes a la Plaza de Mayo; los últimos compartirán un acto en Obras Sanitarias. Ninguno invitó al mandatario y titular del PJ nacional.
Larroque, Hugo «Cachorro» Godoy y Hugo Yasky, de las dos CTA, y los Moyano se habían reunido por la mañana en la biblioteca de Camioneros en Caballito para terminar de organizar la convocatoria del 17 frente a la Casa Rosada.
El Presidente saludó también la presencia del secretario de Economía Social y líder del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, que reclama medidas para su sector y también tendrá un acto propio por el Día de la Lealtad, sin el Presidente. «Todos unidos, ¿Saben por qué? porque la Argentina lo necesita», insistió el jefe de Estado.
Mientras pide unidad, Fernández buscó dar una muestra de autonomía en la elección de las ministras. Elogió en dos oportunidades la militancia y fuerza peronista de Tolosa Paz y Olmos, siempre dentro del PJ.
La disposición de las ubicaciones no fue la única curiosidad del acto. Hubo numerosos detalles que intentaron enfatizar la elección de tres mujeres en el Gabinete que compensarán la escasez que sobresalió durante los primeros tres años de gestión y se profundizó con las salidas de María Eugenia Bielsa, Marcela Losardo, Sabina Frederic y por último, por la renuncia de la primera ministra de las Mujeres. Por eso, las pulseras que llevaban los invitados eran violetas y la lectura del acta quedó en manos de la escribana.
Cada una de las funcionarias tuvo tribuna propia. “Azzo Azzo azzo, se viene el mazzinazo”, vivaron a Mazzina militantes que llegaron desde San Luis para la jura de la descontracturada y joven ministra, que llevaba unas zapatillas converse con los colores de la bandera del colectivo LGTB+. El gobernador de la provincia Alberto Rodríguez Saá, sentado al lado del formoseño Gildo Insfrán, también quiso estar presente en el acto de su ex funcionaria. Ella le tiró un beso desde el escenario.
Más formal, Tolosa Paz contó con el apoyo de amigas y de los 17 nietos que comparte con su esposo Enrique Albistur. Olmos también contó con un nutrido grupo de militantes ruidosas que hasta golpearon cacerolas.
A Larroque y los Moyano no fueron los únicos dirigentes cercanos al kirchnerismo que se hicieron notar. Estuvieron también el ex intendente de Morón Martín Sabbatella que hace 13 días cobijó la reaparición de Máximo Kirchner y el ministro de Trabajo bonaerense y referente del sindicato de gremios curtidores, Walter Correa.
Algunos funcionarios cercanos al Presidente lamentaron la renuncia de Gallardo y que la salida del DT de River tapara inexorablemente la agenda del mandatario.
A diferencia de las juras habituales de ministros, tampoco asistieron empresarios de peso. La mayoría estaba a 400 kilómetros, en el coloquio de IDEA de Mar del Plata. Las excepciones fueron José Luis Manzano y dos empresarios de medios. Apenas un puñado de curiosos que caminaban a esa hora por Avenida La Rábida se detuvieron para escuchar al mandatario. «Todos hacen falta, nadie sobra«, señaló Fernández sobre el futuro del oficialismo, aunque no todos los asistentes que lo escuchaban piensan lo mismo.