Barajar y dar de nuevo.
La oposición sin caballito de batalla buscará acomodar el cuerpo al inesperado nuevo escenario político.
Un nuevo escenario político se arma en la Argentina con la muerte de Néstor Kirchner, pero especialmente en la provincia de Entre Ríos lugar donde se hacía sentir más fuerte la oposición a la figura del ex presidente, primero con De Angeli de la Federación Agraria y luego con Jorge Busti.
Nadie se hubiera imaginado alguna vez que su más duro opositor en la provincia se fuera de su querido Partido Justicialista arrastrando a dirigentes históricos. Algo que sólo él podría hacer para enfrentar a Néstor Kirchner, a quien consideraban en las tribunas políticas como uno de los seres más nefastos de la política argentina y que habría que echarlo a patadas del Gobierno, culpándolo de todo.
Hoy con la muerte de Kirchner la oposición, sus adversarios se quedaron sin su caballo de batalla electoral, ya no está más el que tenía la culpa de todo y ¿ahora?……
Las expresiones radiales de dolor de una figura histórica del peronismo entrerriano por el fallecimiento de Kirchner fueron muy sinceras, algo que también acompañaron otros dirigentes provinciales opositores, dejando en claro que en política hay límites, y que muchas veces en el fragor del enfrentamiento electoral por el poder se pierde.
Ayer se volvió a priorizar el hombre y la familia, y se hizo evidente que el político es también humano.
Dejando en claro que nadie es de acero y como decía un filósofo colonense: “el carnaval va por barrio”.
Sin lugar a dudas, Cristina Fernández no es la “Isabelita” de la década del ’70 con la muerte de Perón, ni el Menem de 1995 con el fallecimiento de su hijo, ni el resurgimiento del alfonsinismo con la muerte de Alfonsín.
Seguramente con su fuerte personalidad y su militancia buscará su lugar en la historia.
Con la muerte en su marido recibió un fuerte golpe (más allá de algunas especulaciones de que esto podría debilitarla políticamente), también sus adversarios lo recibieron. Tanto lo sufrieron que hoy quedaron inmovilizados, suspendiendo todo tipo de proselitismo político.
Es más, perdieron su principal caballito de batalla.
En definitiva, como dijera un filósofo: «En la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias».
