Lo que el agua nos dejó
En un tono muy elevado visiblemente irritada y enojada, haciéndole honor a los comentarios que indican que es “muy mal arriada”, la titular del área de educación le recriminó muy fuertemente a la ministra.
El Consejo General de Educación y el ministerio de Desarrollo Social de la provincia comparten edificio y, como en toda convivencia, a veces hay problemas y fuertes cruces que pueden derivar de algo tan simple como una canilla abierta.
Eso es lo que los mentideros del CGE comentan que ocurrió este miércoles en el edificio ubicado enfrente a la Casa de Gobierno: la titular del Consejo, Marta Landó, se agarró duramente con la número uno del ministerio, Laura Stratta, porque alguien se olvidó de cerrar una canilla.
Todo comenzó este martes cuando los empleados que fueron llegando a su lugar de trabajo vieron que las oficinas del tercer piso para arriba estaban totalmente inundadas.
El problema, se pudo saber más tarde, provenía de una canilla que alguien había dejado abierta en la noche anterior.
Una vez detectado el origen de tanta agua, tanto empleados de maestranza como administrativos y todo el que pasara por alguna de las zonas anegadas, tuvieron que ponerse a secar con trapos y baldes.
Pero el agua que corrió, durante tanto tiempo, causó algunos daños que fueron fuente de conflicto entre las áreas convivientes, según se pudo escuchar en los pasillos del CGE y del ministerio.
Más precisamente, parte del techo de la oficina de Landó, ubicada en el cuarto piso del edificio, se desprendió como consecuencia de la humedad generada por el agua acumulada en el quinto piso.
Los daños ocasionados, provocaron el enojo de la titular del CGE que, comentan los mentideros, se fue a los humos a la ministra para reclamarle que, en definitiva, era la culpable de la situación.
Dicen que en los pasillos del edificio que ambas mujeres comparten se escuchaba el griterío, los malos tratos y la fuerte arremetida de Landó contra la ministra, con echadas en cara y acusaciones, siendo notoriamente visible su ira.
Una presidenta del CGE que, comentan todos en la repartición, por sus maneras y formas de tratar se ha ganado la fama de “muy mal arriada”, es más, según se pudo escuchar el mismo día de la inundación despotricó contra sus propios empleados, sacándolos a los gritos de su oficina cuando pretendieron colaborar con los muebles y enseres, moviéndolos a sectores no inundados, para evitar que se dañen.
Un episodio más de un hecho que, ya se sabe, no quedara allí, siendo fuerte las versiones del inicio de un sumario administrativo, aunque el mismo no apuntaría al funcionario o funcionaria que protagonizó el descuido, sino contra los trabajadores mayordomía del quinto piso a quienes harían responsables de no haber extremado los recaudos para evitar la inundación.
