A dos años del robo en la casa del titular de este medio y con todas las pruebas, la causa sigue dormida

El delincuente que ingresó al domicilio apoyado en una importante logística quedó filmado y se ve su cara, sería un miembro de la policía, pero la causa con ribetes mafiosos no avanza.

Exactamente dos años atrás alrededor del mediodía de un caluroso jueves, una banda de delincuentes ingresó al inmueble del director de este Portal para sustraer un valioso maletín.

Entre los detalles llamativos del caso, se destaca particularmente el hecho de que el robo se suscitó en una zona fuertemente custodiada por estar domiciliado a 30 metros el gobernador Gustavo Bordet.

Otra particularidad llamativa es que uno de los delincuentes ingresó al edificio demostrando total temeridad e impunidad, a cara descubierta, en plena luz del día y con una importante logística y estructura.

Esta persona se dirigió al departamento de un familiar del titular de este Portal y le exigió “un maletín color plateado”, mientras otro le ofrecía apoyo a través de un teléfono móvil de altísima tecnología.

Dentro el inmueble, el delincuente se manejó como si conociera cada uno de los rincones de la casa, por todos lados buscó su ansiado maletín plateado, es más, incluso sabía de la existencia de un automóvil estacionado en el garaje del subsuelo del edificio  y conocía el lugar exacto de ubicación de las llaves.

Además, quienes perpetraron el delito tenían un minucioso conocimiento de cada uno de los movimientos familiares, ya que el golpe se realizó aprovechando la ausencia del director y parte de su familia.

Durante más de seis horas, el ladrón estuvo en el interior del edificio a la búsqueda del maletín. Primero fue directo a los lugares en los que estimaba que podría hallarse el material que buscaba, demostrando también una inteligencia acabada sobre el inmueble.

A lo largo de esas seis horas, el delincuente privó de su libertad a un familiar del titular de este medio, a quien amenazó y amedrentó cuando no supo dónde más buscar.

Luego de varias horas, finalmente el ladrón encontró su botín y, al igual que como entró, se fue evadiendo cualquier tipo de custodia en la zona.

El conocimiento del lugar fue manifiesto, el delincuente conocía perfectamente cuántas cámaras de seguridad había en la cuadra. Impresiona ver los videos de las mismas y los cruces en las aceras que realiza para que su rostro no quede enteramente registrado.

Sin embargo, en el ingreso y al egreso del edificio no mostró este cuidado, por lo que quedaron su cara y demás características filmadas.

De las imágenes se puede extraer su altura, su tez, color de pelo y por supuesto se observa nítidamente su rostro. Sin embargo, desde fiscalía, a dos años del hecho, aun no tienen una sola pista de quién podría ser, llamativo por donde se lo mire.

La investigación desde el momento inicial estuvo teñida de varias irregularidades, todas dirigidas a la paralización, al ocultamiento, a evitar que se esclareciera el caso.

Nótese que a pesar de los pedidos y reclamos, la división de investigaciones de la Policía, sabiendo que las cámaras de seguridad se pisan a los 12 días, es decir, se elimina lo registrado superponiéndose filmaciones posteriores, nunca  pidió archivos fílmicos a los vecinos.

A los 33 días de ocurrido el hecho, algunos de los vecinos propietarios de las cámaras fueron notificados por la Policía para que envíen las imágenes.

Esta fue una de las señales de que la causa no debía avanzar.

Otra fueron las llamativas declaraciones públicas del comisario Fabio Jurajuria, director de investigaciones de la PER en lo que fue un intento de desviar las actuaciones, hacerle creer a la opinión pública que se trataba de un hecho común y habitual.

Mostrando una ignorancia absoluta del Código Penal, de su tipología y de las características que presentan los delitos e incluso violando el código procesal penal  de la provincia, Jurajuria le decía a la ciudadanía que fue “un cuento del tío”.

Un Jurajuria que dio precisiones del expediente no solo cuando tiene vedado tal posibilidad, sino que dio por ciertas algunas circunstancias que el archivo no contenía y que ni siquiera fueron denunciadas.

Para esa altura, y a pesar del poco tiempo transcurrido en la investigación, una sola cosa estaba clara: ni la Policía, ni la Justicia ni tampoco las autoridades del gobierno provincial querían que el hecho se esclareciera.

No era para menos, según la información que obtuvo este Portal, el delincuente registrado en las cámaras de seguridad sería nada más ni nada menos que un miembro de las fuerzas de seguridad.

A partir de dicho dato, todas las peculiaridades de la causa comenzaron a tener sentido.

Faltaba una singularidad más: en plena investigación, desde fiscalía se ofició a distintas fuerzas de seguridad para que colaboraran con la identificación del delincuente filmado.

Lo normal y habitual es que las contestaciones de estos organismos demoren, tanto es así que desde fiscalía suelen practicar un reiteratorio.

Llamativamente, al otro día de oficiada, desde gendarmería enviaban la respuesta a la fiscal manifestando “no surge de nuestros registros”.

Y el lector se preguntará ¿qué interés en este grave robo pueden tener las autoridades provinciales? Para dar respuesta a este interrogante hay que remontarse al contenido de lo pretendido, el botín de los delincuentes.

En el maletín plateado, que se encontraba en un lugar inhóspito del inmueble, existía una gran cantidad de documentación original que vinculaba a uno de los funcionarios más importantes de la gestión provincial como también al más importante en hechos de corrupción.

Decretos, órdenes de pagos realizados a un medio de comunicación totalmente desconocido en la provincia de titularidad de un empresario conocido por negociados con el poder por cifras millonarias.

De los documentos del maletín se desprendían serias sospechas de la comisión de fraude en perjuicio de la administración pública, negociaciones incompatibles con la función pública, peculado, y/o violación de los deberes de funcionario público a través del direccionamiento de la publicidad oficial.

Gustavo Bordet, Edgardo Kueider y el financista Adrián Bruffal, los presuntos penalmente responsables.

Más arriba sosteníamos que el grave hecho al director de este medio se relacionaba directamente con otro grave hecho de corrupción, las muestras están a la vista.

Hace dos años del hecho y aun no existe un solo responsable, ni siquiera una sola pista para dar con el delincuente filmado, el cual, fue a buscar un maletín que en su interior contenía documentos probatorios para el inicio de una causa por corrupción.

Hechos estos que igualmente se denunciaron iniciándose la respectiva investigación, pero que, al igual que su conexa, duerme hace varios meses sin avances en el despacho del fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull.

Dos hechos distintos en cuento a su tipología, pero enteramente semejantes en su resolución, en ambos casos, primaron las inacciones, dilaciones, operaciones, presiones e influencias desde del poder político para evitar que se esclarezcan, al igual que otras 299 causas que vinculan a funcionarios con hechos de corrupción.

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