El peronismo entrerriano, habitualmente marcada por lealtades férreas y estructuras partidarias inamovibles que se han ido desgranando con el correr del tiempo, asiste hoy a un dramático y abrupto desenlace: la posible expulsión de la exdiputada nacional Ana Carolina Gaillard del seno del Partido Justicialista (PJ). La solicitud, impulsada desde el propio oficialismo partidario, no es un mero trámite disciplinario; es la culminación de un quiebre ideológico y electoral que tuvo su clímax en su participación por fuera de la orgánica en las recientes elecciones legislativas de 2025, y cuyo símbolo más crudo yace hoy abandonado en el Acceso Norte de la capital provincial.
De la cúpula K a la ruptura provincial
Ana Carolina Gaillard finalizó su mandato como Diputada Nacional el pasado 10 de diciembre, dejando tras de sí un historial que la posicionó, durante años, en la vertiente más pura y combativa del kirchnerismo. Su ascenso político estuvo íntimamente ligado al liderazgo de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, de quien cosechó un acercamiento notable y apoyo clave en su trayectoria. Además, en su momento, Gaillard supo buscar y gestionar el respaldo de figuras emergentes y combativas del campo popular, como el actual diputado Juan Grabois, fortaleciendo su perfil como una dirigente de arraigo en los movimientos sociales y el progresismo K.
Sin embargo, el escenario político de 2025 la encontró en una posición radicalmente distinta. Rompiendo con la disciplina partidaria, Gaillard se presentó como candidata a senadora nacional por la lista Ahora 503, una plataforma que se constituyó por fuera de la estructura oficial del peronismo de Entre Ríos.
Para el sector justicialista en el poder, este paso no fue un acto de rebeldía menor, sino una acción con consecuencias de alcance nacional. Desde las mesas de conducción del PJ se la tilda hoy de haber profundizado la «grieta» y de ser una de las responsables de generar un rompimiento a nivel nacional del partido.
La gota que colmó la paciencia del justicialismo oficialista entrerriano, y que reforzó la intención de expulsarla, fue su ofensiva mediática durante la campaña, según el oficialismo, excedieron el marco de la disputa electoral interna y buscaron dañar irreversiblemente la imagen del partido.
El padrinazgo y el costo de la disidencia
Fuentes políticas han señalado que la maniobra de Gaillard no fue solitaria, sino que contó con un importante (aunque discreto) padrinazgo: el del exgobernador Sergio Urribarri. Este vínculo se interpreta como un intento de reconfigurar fuerzas dentro del peronismo provincial, utilizando la figura de Gaillard como ariete de una disidencia interna que, finalmente, no logró consolidar una base electoral significativa.
En este contexto de aislamiento político y enfrentamiento con la cúpula, el PJ avanza con el pedido de expulsión. Más allá del quiebre electoral de 2025, lo que el oficialismo castiga es la deslealtad pública y el intento de desestabilización interna, interpretando el accionar de Gaillard como una contribución al debilitamiento general del movimiento.
La cruda metáfora del cartel «DISPONIBLE»
El reflejo más visible de la situación política de Ana Carolina Gaillard se encuentra en un punto neurálgico de la ciudad de Paraná: el Acceso Norte. Allí, sobre una estructura publicitaria, permanece inerte un cartel de la pasada campaña, que se ha convertido en una potente metáfora del desamparo político.
Se trata de un amplio cartel publicitario que exhibe la imagen de la exdiputada Ana Carolina Gaillard. La estructura se encuentra visiblemente abandonada, con pastos crecidos a su alrededor que invaden la base y el entorno, señal de que la publicidad expiró y ha sido olvidada por completo. El mensaje, sin embargo, es el que capta la atención del observador: una leyenda destacada reza, sencillamente, «DISPONIBLE».
El mensaje del cartel, que literalmente indica que el espacio publicitario está libre y puede ser contratado, ha tomado una resignificación popular de profunda ironía política. Para la militancia y el ojo crítico, el cartel no habla del soporte publicitario, sino de la propia dirigente.
Ana Carolina Gaillard ha quedado, para el humor y el análisis popular, como «DISPONIBLE». Se la percibe políticamente expuesta, sin el respaldo institucional de un mandato ni el escudo protector de la estructura partidaria. El cartel, en su estado de abandono y rodeado de malezas, simboliza el costo de la disidencia y la rápida evaporación del capital político de quienes se atreven a desafiar al «aparato».
El dramático paralelismo entre el cartel disponible y la dirigente disponible resume una verdad ineludible: en la política de estructuras, quien rompe la disciplina y fracasa electoralmente, queda a la intemperie, a merced de los vientos fríos del desamparo. El destino político de Gaillard, apadrinada por un sector en pugna y hoy señalada como causante de la «grieta» interna, se definirá en el escritorio del PJ, pero su símbolo ya fue escrito en un cartel abandonado en el Acceso Norte de Entre Ríos.
