Senado: los bloques aliados del Gobierno quieren sancionar el presupuesto sin cambios, tal como lo votó Diputados

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Ya le hicieron saber a Bullrich que no darán su apoyo para derogar el financiamiento a las universidades ni la emergencia en discapacidad; comienza una semana de vigilia en la Cámara alta

El Senado ingresó este lunes en una semana atípica, interrumpida por las fiestas de la Navidad y con oficialistas y opositores por igual, aunque por motivos diferentes, guardando vigilia y esperando la sesión convocada para el próximo viernes para sancionar el presupuesto 2026 y dar, así, por terminado uno de los años legislativos más agotadores de los últimos tiempos.

Tanto el proyecto de ley presupuesto como el denominado de Inocencia Fiscal obtuvieron dictamen de comisión el viernes pasado y quedaron a la espera de que se cumplan los siete días de difusión que establece el reglamento del Senado para su discusión en el recinto. La vicepresidenta Victoria Villarruel ya fijó la fecha de la sesión: será el próximo 26 de diciembre.

Salvo un nuevo error del Gobierno, todas las señales indican que ambos proyectos tendrán la mayoría necesaria para su sanción. “No hay forma de que el Presupuesto vuelva a Diputados con alguna modificación; y si la piden, no se la vamos a dar”, advirtió un senador de la oposición dialoguista.

Sancionar el presupuesto tal cual lo aprobó la Cámara baja es el acuerdo al que arribó el último jueves Patricia Bullrich, la nueva líder del oficialismo en el Senado, con los referentes de todos los bloques dialoguistas para tratar de apagar el incendio político que empezaba a diseminarse en ese momento por la Cámara alta.

La idea fue ratificada con la firma de todas las bancadas, con excepción del kirchnerismo, en el dictamen emitido por la Comisión de Presupuesto y Hacienda, que respeta el texto tal cual salió de la Cámara de Diputados. Apenas unas horas antes, el ministro del Interior, Diego Santilli, había insistido en un reportaje radial con la idea de modificar el proyecto en el Senado y que Diputados podría sancionarlo el lunes 29 de diciembre.

Bullrich volvió a la carga

Pero este último domingo, Bullrich volvió a la carga por pedido del Gobierno. En una reunión por Zoom trató de convencer a los jefes de bloque de la oposición dialoguista de modificar el proyecto y restaurar el capítulo eliminado. No tuvo suerte.

“Si quieren pasar las fiestas en paz, que no insistan con la derogación de universidades y discapacidad”, dijo uno de los jefes de bloque presentes en el encuentro que se celebró en el salón de reuniones del bloque UCR. “Es una pena que pierdan los 44 votos en menos de dos días”, agregó una senadora con su habitual suave tono de voz, pero dándole a entender a Bullrich que era más lo que tenía para perder que para ganar si seguía las directivas que llegaban desde la Casa Rosada.

Así, la vigilia del debate del Presupuesto en el Senado se da en un contexto de tensión política que nadie imaginaba hasta mediados de la semana pasada.

Todo cambió en la madrugada del jueves, durante la sesión en la que la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de Presupuesto. A partir de entonces, una serie de errores no forzados, típicos de la administración libertaria, llevaron al Congreso, y en particular al Senado, a convertirse en una olla a presión.

La crisis fue de tal magnitud que convirtió en papel mojado los planes de Bullrich de inaugurar su condición de líder del oficialismo en el Senado ofrendándole al Gobierno la aprobación de una reforma laboral en tiempo récord.

Ya no podrá ser. Ahora tendrá que esperar hasta febrero para volver a la carga y rezar para que los planetas sigan alineados como parecían estarlo por estos días para ver si puede conseguir el consenso político necesario para llevar al recinto el kilométrico proyecto de 213 artículos.

“Es la Casa Rosada, estúpido”. Parafraseando el eslogan de campaña que llevó a Bill Clinton a la presidencia norteamericana, un libertario le decía a un compañero de bloque en el comedor del Senado cuál era el responsable de lo que, para el mediodía de aquel jueves, se había convertido en un caos sólo disimulado detrás de las formalidades que, todavía, siguen distinguiendo a la Cámara alta de su vecina de Diputados.

Para esa altura del día ya rebotaba en todos los portales la noticia de que al Gobierno no descartaba vetar el Presupuesto 2026 si el Senado lo aprobaba sin el Capítulo XI, eliminado por la oposición para evitar la derogación de las leyes de financiamiento de las universidades y de emergencia en discapacidad. La usina, se sospecha, había sido el asesor Santiago Caputo.

La sesión de Diputados había dejado, además. heridos a macristas y radicales. El Pro por la decisión de Martín Menem de negociar con el kirchnerismo el reparto de cargos en la Auditoría General de la Nación (AGN). A la UCR, porque fue la principal impulsora de la ley de financiamiento de las universidades y consideró la inclusión de la derogación de la ley una traición. La piel del centenario partido ya venía ardida desde que Menem les arrebató un lugar en el Consejo de la Magistratura al designar a un libertario en el lugar que había dejado vacante Roxana Reyes.

Sin la UCR ni el Pro, que reúnen 13 votos, se hacía añicos la mayoría con la que había soñado Bullrich para aprobar la reforma laboral. Desde ese momento, para la senadora la prioridad pasó a ser darle al Gobierno un presupuesto que necesita como el aire para poder seguir negociando con el FMI los vencimientos de deuda del año próximo.


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