Un acuerdo que deja un sabor amargo
Un vecino masticaba bronca al ver que de un Fiat 147 blanco y de dos motos se bajaban personas armadas y tiraban basura en la puerta de su casa y cuando su mujer quiso disuadirlos fue amenazada e insultada groseramente.
Si bien los reclamos de los trabajadores son siempre justos, incluso cuando realizan huelgas que chocan con los derechos de otros ciudadanos, lo que se vivió en la capital provincial esta semana es inadmisible, y más aún cuando por las medidas, amenazas y presiones fue denunciado un diputado provincial, Hugo Vásquez, encargado de representar al pueblo.
Entre los atropellos que sufrieron los ciudadanos paranaenses en estos días, la ciudad de noche se convertía en tierra de nadie y los vándalos bajo el mando de esos legisladores provinciales tomaban las calles y tiraban la basura que se acumulaba en los contenedores en las puertas de las casas de los vecinos, que no podían defenderse ante tales abusos.
Más de un paranaense debió asistir en esta semana sin poder hacer nada al lamentable espectáculo de varias personas que, armadas, recorrían las calles en autos y motos arrastrando los volquetes y desparramándolos. Todo esto, a la vista de todos y con total impunidad.
Incluso, cinco trabajadores municipales contaron a este medio que cuando se encontraban cortando el pasto en una plaza aparecieron 15 motos de las que se bajaron 30 personas que amenazándolos con armas de fuego los corrieron del lugar y los obligaron a dejar de trabajar, en plena luz del día.
Un vecino masticaba bronca al ver que de un Fiat 147 blanco y de dos motos se bajaban personas armadas y tiraban basura en la puerta de su casa y cuando su mujer quiso disuadirlos fue amenazada e insultada groseramente.
El hombre se quejaba indignado de que a partir de la ley de desarme quedó indefenso ante situaciones como estas, en la que un grupo de peligrosos hombres armados causaban estragos en la puerta de su casa.
Otra vecina explicó que vivió una situación similar, también en pleno centro, y que tuvo que encerrarse en su casa por miedo a sufrir algún tipo de agresión, algo parecido a lo que sintieron muchos paranaenses en estos días de caos.
Más allá de que el paro se levantó el jueves a la tarde, en los vecinos de la capital provincial queda la sensación de total impunidad, con la vergüenza instalada en las calles y el temor inundando a los vecinos, y la indignación es total al saber que detrás de semejante avasallamiento a los derechos de los ciudadanos se encuentra un diputado provincial, justamente quien debería tutelarlos.
Entre los vecinos, a través del boca a boca, corrieron como reguero de pólvora los comentarios sobre la noche en la que la ciudad y la vida de los paranaenses dependieron de los vándalos que tomaron las calles comandados por un diputado provincial.
Lo irónico de la situación es que, según fue denunciado públicamente por las autoridades municipales, el responsable de este atropello a los derechos de los ciudadanos, es alguien que cobra por defenderlos.
En definitiva, como dijera un filósofo: «la ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe».
