Se acaba el mal de Chagas: entre los millones de CTM, el padrinazgo de Kueider y un final con llanto

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En los pasillos del poder entrerriano, los ciclos políticos suelen cerrarse con discreción o con estruendo. El de Juan Carlos Chagas, el histórico dirigente que hoy ocupa un lugar privilegiado en la Comisión Técnica Mixta (CTM) de Salto Grande, parece estar concluyendo de la peor manera para sus intereses: entre revelaciones de cobros millonarios, la pérdida de protección política y un ruego desesperado, e infructuoso, ante las máximas autoridades de la provincia.

El «blindaje» de Kueider y el botín de Salto Grande

Juan Carlos Chagas no es un nombre nuevo en el esquema del sector energético y político de Entre Ríos. Sin embargo, su permanencia en la CTM ha vuelto a estar bajo la lupa tras conocerse los escandalosos montos que percibe mensualmente. Según informes recientes, Chagas, quien llegó a ese puesto de la mano del ex senador nacional Edgardo Kueider —hoy en el ojo de la tormenta por sus propios manejos políticos—, continúa recolectando sumas de varios ceros cada mes.

La relación con Kueider fue, durante mucho tiempo, el salvoconducto de Chagas. En el ajedrez político, su lugar en la CTM no se entendía como una cuestión de idoneidad técnica, sino como un enclave de poder y una caja de resonancia de acuerdos tejidos en las sombras del Senado y la Casa Gris. Pero el viento cambió de dirección.

«El Mal de Chagas» tiene fecha de vencimiento

A pesar de los intentos por atornillarse al cargo y seguir usufructuando los beneficios de un organismo internacional que maneja presupuestos astronómicos, la decisión política ya estaría tomada. Fuentes de máxima fidelidad confirman que el tiempo de Chagas en Salto Grande se agota.

«En enero, el mal de Chagas se termina», afirman con ironía en los círculos políticos. La fecha límite es el fin de enero de 2026. Para esa fecha, el dirigente ya estará «fuera de las cosas». La orden de remoción ya habría circulado y los mecanismos para su reemplazo están en marcha. La caída de su padrino político y el desgaste de su propia figura han hecho que su continuidad sea insostenible para la actual gestión.

Crónica de un ruego: llamada con llanto

Lo más impactante de la caída de Chagas no es solo el dato administrativo de su salida, sino la reacción humana —y política— detrás de escena. Según trascendió de conversaciones privadas de alto nivel, el dirigente habría entrado en un estado de desesperación al verse expuesto y al borde del abismo laboral.

Revelan fuentes que tuvieron acceso al relato de un diálogo telefónico que Chagas habría llamado «llorando». En esa comunicación, Chagas se habría quejado amargamente de las publicaciones periodísticas (específicamente las del sitio DavidRicardo.com.ar) que sacaron a la luz sus ingresos y su situación de privilegio.

La respuesta a Chagas fue un balde de agua fría que terminó de sellar su destino, ya que le dejaron en claro que el gobierno provincial no movería un dedo para censurar las investigaciones periodísticas ni para proteger a un funcionario que ya consideran «ciclo cumplido».

El portazo del Gobernador

En un último intento por salvar su pellejo y demostrar una lealtad que hoy nadie le reconoce, Chagas pidió desesperadamente una audiencia con el gobernador Rogelio Frigerio y con el ministro Troncoso. «Quiero juntarme con el gobernador para aclarar, para mostrar que estoy con el gobierno», habría suplicado.

La respuesta fue un «no» rotundo. La reunión nunca sucedió y, según se informa, no sucederá. El gobierno provincial parece querer desmarcarse de cualquier figura que huela a los viejos acuerdos de la gestión anterior y a los privilegios de la CTM que tanto irritan a la sociedad entrerriana en un contexto de ajuste y crisis.

Un final anunciado

Mientras Chagas intenta maniobrar para ganar tiempo, la realidad de los números y la política lo cercan. Sus millones mensuales, recolectados mientras la provincia discute peso por peso su presupuesto, se han convertido en su principal estigma.

El hombre que supo navegar todas las aguas del peronismo y el poder energético hoy se encuentra solo. Sin el apoyo de Kueider —debilitado por sus propios escándalos—, sin el puente con la Casa Gris y con la prensa regional iluminando sus ingresos, el final de enero se presenta para Juan Carlos Chagas no como un nuevo comienzo, sino como el cierre definitivo de una etapa de privilegios que la provincia ya no está dispuesta a tolerar.

Hay dos anécdotas terminan de configurar el perfil de un «superviviente» de la política entrerriana, un hombre que ha sabido navegar entre la opulencia de las cajas del Estado y el servicio, a veces insólito, a sus superiores de turno.

El «Talonario Paralelo» y «Salvador Canino»: las leyendas negras de Chagas

Para entender el ocaso actual de Juan Carlos Chagas en la CTM, es necesario desempolvar el archivo. Su trayectoria no solo se mide en sueldos millonarios; se mide en historias que oscilan entre el escándalo financiero y el realismo mágico de la política vernácula.

1. El «sponsor» de ENERSA: facturas truchas para el automovilismo

Su paso por la empresa de energía eléctrica provincial (ENERSA) quedó marcado por una denuncia que nunca terminó de disiparse en los mentideros de prensa. Se dice que, bajo el ala protectora de Sergio Urribarri, Chagas habría diseñado un sistema de financiamiento heterodoxo.

La leyenda, alimentada por quienes caminaban los despachos oficiales en aquel entonces, sostiene que el entonces presidente de ENERSA recorría oficinas de empresarios con un talonario de facturas apócrifas bajo el brazo. ¿El objetivo? Desviar fondos públicos para solventar la costosa carrera automovilística de un familiar cercano. Mientras los entrerrianos pagaban sus facturas de luz, los motores del «clan Chagas» rugían en las pistas gracias a una contabilidad paralela que hoy vuelve a la memoria colectiva como símbolo de una época de impunidad.

2. El «Héroe Canino»: el secreto de la quinta y la mujer de las siete colinas

Pero si de supervivencia política se trata, ninguna historia supera la tarde en que los perros de Chagas casi cambian el curso de la historia institucional de Entre Ríos.

Cuentan que, mientras «Chaguitas» compartía una cerveza con amigos, recibió un llamado desesperado. Había prestado su lujosa casa quinta en las afueras de Paraná a una altísima autoridad provincial para un encuentro privado. Sin embargo, el «nido de amor» se convirtió en una trampa: los perros de la propiedad, desconocidos con sus ilustres huéspedes, tenían acorralados al funcionario y a su acompañante.

Al llegar para calmar a las fieras, Chagas no solo salvó la integridad física del poderoso de turno, sino que descubrió quién era la mujer que lo acompañaba: una joven que  años después, se convertiría en una de las figuras más influyentes y descollantes de la política provincial. Aquel rescate canino no fue solo un acto de servicio doméstico; fue, para muchos, el «seguro de vida» político que le permitió a Chagas seguir cobrando del Estado durante décadas.

Un militante del «mejor postor»

Hoy, alejado de la gratitud de aquellos a quienes alguna vez «salvó» o financió, Chagas enfrenta su invierno más crudo. De los favores de Urribarri al padrinazgo de Kueider, y de allí a un intento desesperado por colarse en las «fuerzas del cielo», su historia demuestra una militancia abnegada… pero siempre al servicio del mejor postor y de su propia supervivencia.

A fines de enero, cuando las puertas de la CTM se cierren para él, quedarán estas anécdotas como el último saldo de una forma de hacer política que, por fin, parece haber encontrado su límite.


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