En Paraguay se hartaron de las chicanas legales del ex senador y lo mandan a un juicio oral con grandes chances de que finalice con condena carcelaria. La estrepitosa caída jurídica de Edgardo Kueider en territorio paraguayo terminó por dinamitar el último dique de contención que protegía a Juan Carlos Chagas en la provincia. El revés sufrido por el ex senador en la Corte Suprema de Justicia de Paraguay no solo acelera su propio destino penal, sino que actuó como el detonante final para que el Gobierno de Entre Ríos dictara la sentencia de muerte política para el histórico dirigente político que había vuelto a la Comisión Técnica Mixta (CTM) de Salto Grande. Sin el «padrinazgo» y la capacidad de negociación de su aliado que quedó acorralado por una causa de contrabando, Chagas se quedó sin el oxígeno necesario para sostener su lugar en un organismo al que había vuelto para «hacer de las suyas».
El escenario institucional en la provincia experimenta esta semana un cimbronazo cuyas réplicas conectan directamente a Asunción con Entre Ríos. Mientras en Paraguay la máxima instancia judicial cierra definitivamente las puertas a las maniobras dilatorias de Kueider, ratificando su elevación a juicio oral para el 20 de abril de 2026, en los despachos de la Casa Gris se termina de definir y pulir la expulsión de Chagas. La decisión del gobernador Rogelio Frigerio y su equipo ministerial es irreversible: el próximo mes de enero marcará el fin de una era de privilegios y polémicas financieras que la actual gestión provincial ya no está dispuesta a tolerar ni a financiar políticamente.
El fallo de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia de Paraguay , integrada por los ministros María Carolina Llanes Ocampos, Manuel Dejesús Ramírez Candia y Luis María Benítez Riera, fue demoledor para la estrategia de defensa de Kueider. Al calificar el recurso de la defensa como una improcedente «apelación de la apelación», el tribunal no solo confirmó el procesamiento por el intento de ingresar 200 mil dólares sin declarar, sino que advirtió sobre el uso abusivo de las herramientas procesales para demorar la causa. Este «blindaje» judicial que Kueider intentó construir en el exterior era el único sostén que mantenía a Chagas a flote en la CTM. Con el ex senador camino a un juicio que prevé pena de cumplimiento efectivo, el gobierno entrerriano interpretó que el ciclo de los acuerdos sellados «en las sombras» ha llegado a su punto de quiebre definitivo.
La remoción de Chagas, que se hará efectiva a fines de enero de 2026, responde a una decisión política tajante del Ejecutivo provincial de desmarcarse de cualquier figura vinculada a los antiguos esquemas de impunidad. La negativa rotunda del gobernador a concederle una audiencia de «auxilio» al dirigente, sumada a la difusión de sus ingresos millonarios, percibidos mientras la provincia discute peso por peso su presupuesto, terminaron de sellar su suerte. La figura de Chagas se desmorona ante la falta de un protector con peso político, quedando ante un final de carrera marcado por el aislamiento y la pérdida de los beneficios que supo usufructuar bajo el ala de Kueider.
La caída del «protegido»: Chagas y el final de enero
La caída de Kueider en Paraguay tuvo un efecto dominó inmediato sobre Juan Carlos Chagas. El histórico dirigente, que sobrevivió a múltiples gestiones gracias a su capacidad de adaptación y, fundamentalmente, al «blindaje» que le proveía Kueider, ya tiene fecha de vencimiento: fines de enero de 2026.
Fuentes gubernamentales confirmaron que la decisión de removerlo de la CTM es irreversible. El «Mal de Chagas», como ironizan en los pasillos de la Casa Gris, se termina ante la falta de sustento político y el creciente malestar social por los sueldos millonarios que el funcionario percibe mensualmente en un organismo internacional, mientras la provincia atraviesa un severo ajuste.
Crónica de una soledad política
El desmoronamiento del poder de Kueider dejó a Chagas en una situación de vulnerabilidad crítica. Según trascendió, el dirigente habría intentado un último y desesperado acercamiento al gobernador Rogelio Frigerio, buscando una audiencia que fue rechazada de plano.
La soledad de Chagas se manifestó, según testigos, en un llamado telefónico cargado de angustia y llanto, donde se quejaba de las recientes revelaciones periodísticas sobre su patrimonio y su gestión. Sin el «padrino» que negociaba su permanencia en las sombras del Senado, Chagas descubrió que los favores del pasado, desde el financiamiento a través de ENERSA hasta anécdotas casi cinematográficas como el rescate de altos funcionarios en su quinta, ya no son moneda de cambio válida.
El cierre de una forma de hacer política
La conexión entre ambos casos es elocuente. La caída de Kueider ante la justicia paraguaya representa el fin de un modelo de construcción política basado en enclaves de poder y cajas discrecionales. Chagas, quien supo navegar desde el urribarrismo hasta el cobijo de Kueider, hoy se encuentra sin interlocutores.
El gobierno provincial parece decidido a desmarcarse de estas figuras. Mientras Kueider espera el inicio de su juicio bajo arresto domiciliario en Paraguay, Chagas prepara sus valijas para abandonar Salto Grande. El fin de enero marcará no solo la salida de un funcionario, sino el cierre de un capítulo donde el «padrinazgo» político era suficiente para garantizar la impunidad y el privilegio.
